Lo ÚltimoVoz del Pastor

CARTA DE CUARESMA del ARZOBISPO DE ROSARIO

Queridos Fieles:

Estamos iniciando, una vez más, un nuevo tiempo de Cuaresma. La Iglesia nos invita a ensimismarnos en el conocimiento del misterio de Cristo, entendiéndolo en el sentido bíblico de amor a Cristo, pasión por Cristo, adhesión con todas las fuerzas a Cristo.

La Iglesia nos propone este tiempo ya que estamos necesitados de rectificar el rumbo de nuestra vida personal y comunitaria, y así dirigirnos decididamente hacia la Pascua, a ser partícipes de la misma, experimentando la potencia de la resurrección de Cristo. Es un tiempo para incrementar nuestra conversión a Él.

La Cuaresma tiene un carácter sacramental, es decir, es signo e instrumento eficaz para intensificar la conversión; metiéndonos, sumergiéndonos en este río de gracia, siguiendo las indicaciones pedagógicas que la Iglesia nos da para este tiempo (Oración, ayuno y limosna), acontece por la fuerza del Espíritu Santo algo mucho más grande en el orden de la conversión de lo que nosotros pudiéramos alcanzar por nuestras propias fuerzas. Por eso es el tiempo favorable, el tiempo de gracia, la ocasión que no debemos dejar pasar de largo.

Que la Cuaresma tenga un valor sacramental para la conversión, quiere decir que es un tiempo especial de gracia que el tiempo ordinario del año no lo tiene. Obedezcamos pues, a la Iglesia, viviendo de corazón las prácticas cuaresmales y experimentaremos el poder sanador y liberador de la redención que nos trajo el Señor.

Conversión, es por tanto, la palabra que signa la vida del cristiano, especialmente en el tiempo de Cuaresma. Somos invitados a un camino, a un itinerario del cambio de la mirada, dirigiendo nuestros pasos hacia Cristo y poniendo nuestros ojos fijos en los suyos, como nos dice el Salmo 123: “Como los ojos de los servidores están fijos en las manos de su señor,…así miran nuestros ojos al Señor, nuestro Dios”.

A esta conversión está llamado cada uno personalmente, está llamada la comunidad eclesial (siempre necesitada de reforma) y la sociedad toda como nos lo grafica el llamado de Jonás a la ciudad pagana de Nínive a convertirse de sus pecados.

1.- La conversión personal: reclama la conciencia de la ofensa a Dios, que nos hemos olvidado de Él; implica el reconocimiento humilde y sincero de nuestros pecados. Jesús dejó a su Iglesia el poder de perdonar los pecados; es en este tiempo entonces el más propicio para una buena confesión. Allí podremos experimentar una vez más la infinita misericordia de Dios y la alegría de su perdón.

2.- La conversión eclesial: no somos islas, aun viviendo en esta época marcada por el individualismo; somos hermanos, miembros del Santo Pueblo de Dios. Nuestra Iglesia que peregrina en Rosario necesita convertirse también. ¿En qué aspectos lo necesita? Me referiré a modo de guía siguiendo los pasos pastorales que estamos intentando dar.

.- La conversión sinodal: “el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” . No es una moda, ni debe ser tomada como una mera palabra bonita; la Sinodalidad expresa la naturaleza e identidad de la Iglesia. “Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha, con la conciencia de que escuchar «es más que oír». Es una escucha reciproca en la cual cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fiel,…Obispo…: uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo, el «Espíritu de verdad» (Jn 14,17), para conocer lo que él «dice a las Iglesias» (Ap 2,7).2 ¿Estamos a la escucha de los otros en la Iglesia de Rosario? ¿Escuchan los fieles a sus pastores? ¿Estamos a la escucha de lo que el Espíritu dice a la Iglesia de Rosario? En nuestras parroquias, asociaciones y movimientos: ¿damos lugar a la escucha, a la participación? Necesitamos ir convirtiéndonos a vivir un estilo sinodal en todos los estamentos eclesiales. Aprovechemos este tiempo favorable para ahondar en este camino.

.-La conversión misionera: al llegar a la Arquidiócesis, hace ya más de cinco años, les expresaba: “La opción es: o somos misioneros o morimos. O comunicamos lo que hemos recibido y así se esclarece y fortalece la fe o el don que hemos recibido se muere. “Todos en la Iglesia estamos llamados a la conversión misionera” (EG 30), “a realizar una opción misionera capaz de transformarlo todo”. (EG 27)”. Esto lo reclama la naturaleza misionera de la Iglesia. Nos preguntamos por eso: ¿Nos concebimos como verdaderamente enviados a anunciar el Evangelio tanto a nivel parroquial, de movimientos y asociaciones? ¿Sentimos que como Iglesia particular, en esto se nos va la vida? ¿Es la misión el paradigma de nuestras acciones y planteos pastorales? ¿Realizamos en nuestras comunidades misiones programáticas? ¿Qué tiempo le dedicamos a ellas? ¿Vamos tomando conciencia de la misión paradigmática?, es decir, ¿que todo en la Iglesia ha de vivirse en una actitud misionera? Nadie en la Iglesia puede concebirse sin ser misionero, es más, sin “ser una misión”3 . El periodo cuaresmal es más que propicio para esta conversión misionera.

.-La conversión a la misericordia: la misericordia, nos recuerda el papa Francisco es “la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia”4 es ocasión para preguntarnos ¿expresamos nuestra Fe en obras de misericordia? Nuestras comunidades ¿viven en un clima de misericordia?, es decir ¿de perdón mutuo, de paciencia, de aceptación de las deficiencias del hermano, de amor por los enemigos? ¿Expresan nuestras obras el amor preferencial por los pobres? No olvidemos que la misericordia, la caridad son el signo de autenticidad de nuestra fe. Una comunidad cristiana unida en el amor de Dios y viviendo la misericordia entre sí y con los demás es una comunidad hermosa; y lo que es hermoso atrae; así actúa la Iglesia, no por proselitismo sino por atracción. Que esta cuaresma nos ayude a la reconciliación en nuestras comunidades y a desbordar de misericordia hacia todos.

3.- La conversión en la sociedad. Nuestra sociedad está enferma. Tanto la ciudad de Rosario como otras poblaciones de nuestra arquidiócesis padecen las consecuencias, los síntomas de la enfermedad, del consumo hedonista5 y del relativismo6 como estilo de vida. Son variados esos síntomas. Me detendré en el más evidente de todos en estos días: la violencia asesina del narcotráfico como un emergente de una sociedad que ha naturalizado el consumo de sustancias y no ha trabajado en la prevención y asistencia de las personas que la padecen.

Desde hace años pareciera que existe una legalización de hecho del comercio de drogas, que cuenta con un sistema financiero propio, y con una organización delictiva superior a la que cuenta el Estado para dar respuesta. A diario vemos como se eliminan vidas, llegando a naturalizar también la muerte. Hace unos días en la zona oeste de Rosario en una balacera perdía la vida una beba de 18 meses, hoy como ayer siguen muriendo los inocentes. Pareciera que esta violencia asesina no nos tocara, fuera de otro lado; muchas veces para neutralizar los hechos, los titulares dicen: “Fue un ajuste de cuentas”. Sin embargo como cristianos estamos llamados a ver la realidad con la mirada del Evangelio: si hay un miembro de nuestra sociedad que padece, también nosotros padecemos porque hay una solidaridad tanto en el bien como en el mal. El otro no es un extraño, no es un enemigo, el otro es un prójimo, es un hermano. ¿Por qué nos está ganando la droga, con su correlato que es el narcotráfico, con su contenido de dinero negro, de poderosas armas de fuego, ostentación, lujo, violencia y muerte? ¿Qué connivencia social, política, judicial, de las fuerzas de seguridad nos ha llevado hasta aquí?

¿Qué sociedad estamos configurando, que en mucho ámbitos se tolera y promueve el consumo bajo el eufemismo de “consumo recreativo” cuando el 40% de la población vive en la pobreza? No olvidemos que el placer obtenido en dicho “recreos” se obtienen con la sangre de mucha gente, y lo más terrible, hasta con la de niños inocentes, como hemos dicho más arriba.

¿Cómo se han generado esos corazones crueles que llegan al asesinato e intento de hacer desaparecer personas, como se vivió en estos días en Rosario dejando enlutada a una familia entera con la muerte de su hijo?

¿Qué ideales nobles hemos dejado de inculcar y testimoniar con el ejemplo para que tantos, especialmente jóvenes, busquen en las drogas alcanzar esa necesidad de “estar bien”?

¿Qué políticas públicas decididas y valientes se están aplicando para remediar este flagelo? ¿Se radarizan las fronteras del país? ¿Se controla el tráfico de armas? ¿Se investigan los canales financieros por donde se encausan las ingentes sumas de dinero que genera el narcotráfico? Estamos necesitados de conversión. Pedimos también la conversión de aquellos que por acción u omisión son responsables de este flagelo: en el nombre del Señor les decimos: ¡dejen la violencia, dejen estas formas degradantes de vivir!, ¡conviértanse y experimenten la misericordia de Dios! Rosario, y zona de influencia: es la hora de la conversión. Dios clama a un cambio de actitud a cada uno, desde el lugar que le toca en la sociedad. ¡Necesitamos una profunda conversión! ¡Señor, mira cómo nos encontramos; imploramos de Ti la fuerza de tu Espíritu para vencer el mal que nos oprime!

¡Ten piedad de nosotros Señor y convierte nuestros corazones hacia Ti! Creemos que este es el tiempo propicio, este es el tiempo de la conversión, el tiempo de la misericordia. Este es el tiempo de llorar nuestros pecados. Te rogamos por la conversión de todos para que confesando humildemente nuestras culpas experimentemos la potencia de tu gracia, de tu perdón, en los que creemos, y renazcamos a una vida nueva personal, eclesial y socialmente.

Que nuestra Madre del Rosario, patrona de nuestra arquidiócesis, en este año mariano nacional, interceda ante su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo para vivir un auténtico itinerario cuaresmal y llegar a la Pascua llenos de la alegría de la resurrección.

Rosario, 25 de febrero de 2020.

Mons. Eduardo E. Martín – Arzobispo de Rosario

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1 FRANCISCO, Discurso en el 50 aniv. Del Sínodo de los Obispos. Octubre 2015

2 Ibíd.

3 FRANCISCO. Mensaje para el Domingo de las misiones. Oct. 2019

4 FRANCISCO. BULA Misericordiae Vultus n.10

5 Cf. FRANCISCO: EVANGELII GAUDIUM n.2; SABATO, Ernesto: la Resistencia 6 Cf. SABATO, Ernesto: “Si todo es relativo, ¿encuentra el hombre valor para el sacrificio? ¿Y sin sacrificio se puede acaso vivir? Los hijos son un sacrificio para los padres, el cuidado de los mayores y de los enfermos también lo es. Como la renuncia a lo individual para el bien común, como el amor… ¿y puede haber sacrificio cuando la vida ha perdido el sentido para el hombre, o sólo lo halla en la comodidad individual, en la realización del éxito personal?” La Resistencia, pág. 49s. Seix Barral. Buenos Aires 2000

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