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Marcha de los #NiñosXElPapa: Homilía del Arzobispo

El Arzobispo de Rosario, Mons. Eduardo Martín, presidió la Santa Misa en la Parroquia “María Auxiliadora” de la ciudad de Rosario en el marco de la 22° Marcha de los Niños por el Papa.

Luego de agradecer a quienes participaron caminando, rezando por el Papa Francisco y manifestando públicamente la fe y a la Acción Católica de Rosario que organiza la Marcha, Mons. Eduardo expresó en la homilía:

¿Qué nos trae Jesús? Jesús nos trae la vida eterna: “El que cree en mi tiene vida eterna”, “Yo he venido para traer vida y vida en abundancia”, derroche de vida, vida en abundancia.

Pero ¿qué vida nos trae? Nos trae la vida de Hijos de Dios, la vida divina, la vida de la gracia, la vida que Dios nos dio el día de nuestros Bautismos, la vida eterna. ¡Esta es la vida verdadera!

Jesús decía una vez que no se fatiguen por el pan perecedero, el pan que termina sino que trabajen por el pan que no terminará, por el pan de la vida eterna.

¿Cómo nos muestra que nos ha traído esta vida? El hombre por envidia del Demonio pecó y cayendo en el pecado, trajo la muerte física no sólo la muerte espiritual. El hombre quedó sin el amor de Dios en su corazón. Por eso, Jesús vino y viene a devolvernos esa vida que habíamos perdido allá con nuestros primeros padres en el Paraíso terrenal. ¡Él nos trajo esa vida nueva!

Por eso hay que rezar y pedir a Jesús: No permitas Señor que me aparte de Tí, porque si estoy lejos de Tí, mi vida se deshace, mi vida se pierde, mi vida está a los tumbos, como una rueda que se sale del eje.

Por eso queridos niños, tenemos que cuidar la vida.

¿Cómo cuidar la vida que Dios nos ha regalado?  Pues muy simple, todos los días tengo que pedir a Jesús que me conserve y acreciente en mi el amor por Él; y no sólo pedirlo por mí sino por los demás. Jesús también nos dejó la Eucaristía como el alimento de esta vida y su Palabra. También la Reconciliación cuando nos equivocamos para volver a su amor y reiniciar el camino para así ir creciendo en el amor de Dios.

Esto nos da fuerzas y nos hace capaces de amar al prójimo, al que tengo al lado, aunque no me guste, aunque tenga mal olor,, aunque piense distinto, aunque sea de otra idea. ¡Jesús dice amar al prójimo!

Si el prójimo es el que está al lado mío y tengo a Jesús en el corazón,  voy a amar sin medidas pero sino tengo a Jesús me nace el hombre viejo, me nace el egoísmo, me nace la violencia, me nace la sed de venganza.

¿Saben por qué hoy se respeta tan poco la vida? Porque los hombres, las personas humanas, han abandonado a Jesús, han dejado a Jesús, se han apartado de Jesús, le han dado la espalda a Jesús: “Yo quiero vivir como a mi se me canta”, “Yo tengo derecho a lo que yo quiera”. No me importa Jesús, entonces no cuido ni quiero la naturaleza, los bosques se talan por la ambición del dinero, se pierden miles de hectáreas de bosques por la avaricia, se dejan todas las cosas tiradas. Y no me importa nada. No me importa mi prójimo, no me importan los pobres, no me importan los enfermos, no me importan los que sufren, no me importan los ancianos, no me importan los niños que viven en el vientre de las mamás.

No sólo que estas cosas se realizan, lamentablemente, sino también incluso hoy quieren decir que son buenas, que hay que aprobarlas. Y eso todavía es peor, es más retorcido. Porque alguien puede pecar y cometer un crimen pero puede tener la conciencia de que eso está mal y pedir perdón.

¡Pero cuando con la ley quieren decir que es un derecho, ahí sí que estamos mal!

Por eso queridos niños, tenemos que empezar desde la raíz, la unión con Jesús, nunca apartarnos de él. Cuanto más unidos a Jesús estemos y unidos entre nosotros en Iglesia, más frutos de bien vamos a dar para este mundo.

Por eso decía el Papa Francisco, en el Encuentro de Juventud que vivimos hace poquito en nuestra Arquidiócesis, y citando al poeta argentino Francisco Luis Bernardez, que lo que el árbol tiene de florido, el árbol que da flores lindas en primavera, ¿saben a qué se debe? A lo que tiene de enterrado, a la raíz.

Por eso, vivamos con Jesús. Eso nos va a hacer más capaces de cuidar la vida de todos, la vida de los más frágiles, la vida de los más postergados, la vida del prójimo. La vida humana y también la vida del planeta, toda vida.

Pidamos a la Virgen que interceda para que nunca nos apartemos de Jesús y tengamos esa vida eterna y a través nuestro otros puedan encontrarse con Jesús y encontrar esa vida nueva para hacer un mundo más humano, más respetuoso, un mundo que tenga los ojos y la mirada de Jesús sobre todas las personas y cosas. Amén.

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