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#NiñosXelPapa: Homilía del Arzobispo

Mons. Eduardo Eliseo Martín presidió en el Santuario de San Cayetano, la Santa Misa en la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo en la que participaron los niños y niñas de la Arquidiócesis que se reunieron a rezar, cantar, bailar y marchar por el Papa Francisco como desde hace 22 años.

En su homilía Mons. Eduardo dijo:

“Queridos niños:

Bienvenidos a este templo de San Cayetano, en este día de fiesta para celebrar la Santa Misa en el día de San Pedro y San Pablo, el día del Papa.

¡Qué lástima que el tiempo nos impidió realizar la marcha! Pero lo importante es venir a honrar al Señor y lo que venimos a hacer, pedir por el Papa.

Ustedes saben queridos chicos que Jesús, nuestro Señor, iba a cumplir su misión en la tierra de traernos la salvación: morir en la cruz, resucitar, ascender al Cielo y volver al Padre y dejarnos la Iglesia para que los que viniéramos después de Él también tuviéramos la salvación.

Entonces, para que la Iglesia caminara necesitaba una cabeza, una guía. Porque sí nosotros vamos en un auto y el chofer se duerme, ¿qué pasa? chocamos, nos accidentamos, volcamos. Necesitamos una guía.

La Iglesia, entonces, necesita guía también. Por eso Jesús deja a los pastores. Y entre esos Pastores Jesús elige a uno como cabeza, a San Pedro: un hombre bueno, con sus fallas también. San Pedro que dió la vida por Jesús. También era un hombre humilde, porque cuando lo llevan a matar, a crucificarlo, él dice que no es digno de morir como su Señor, entonces muere cabeza abajo.

Junto con San Pedro, murió mártir San Pablo, el otro gran apóstol que llevó la Iglesia a todas partes. El gran misionero. Casi muerieron en los  mismos día. Un emperador terrible, Nerón mandó a matar a los cristianos.

La Iglesia tenía que seguir, entonces se nombró un sucesor de Pedro y pasaron los años, pasaron los siglos y así llegamos al Papa Francisco.

Llegamos al Papa Francisco, queridos chicos y chicas, sucesor del Apóstol Pedro y por lo tanto cabeza visible de la Iglesia, el que está para guiarnos por el buen camino de la salvación en nombre de Jesús, el que está  para predicarnos Su palabra a nosotros, los cristianos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Hoy celebramos el dia del Papa y rezamos por él. Sí ustedes prestaron atención a la primera lectura, recordarán que relata que a Pedro lo encarcelaron y un ángel milagrosamente lo liberó. En ese momento, toda la Iglesia, rezaba por él. Toda. 

Por eso nosotros y todos los católicos del mundo rezamos por el Papa: desde la iglesia en la capital más grande del mundo hasta la capillita más pequeña y perdida, todos rezamos por el Papa todos los días en cada Misa. Rezamos por el Papa Francisco en cada misa, por nuestro Papa Francisco.

¿Para qué? Para que el Señor lo ilumine, lo guíe, para que lo fortalezca en el camino y lo defienda de los enemigos que no quieren que el Papa guíe a la Iglesia por el buen camino.

Por eso todos rezamos por el Papa para que Dios lo guíe. Por eso nosotros también somos obedientes a las enseñanzas del Papa.

¿Ustedes chicos, se van a comprometer a rezar por el Papa?

¡Tenemos que rezar todos los días por el Papa! Que además también en este tiempo se nos ha dado la gracia de que es argentino. Rezar  por el Santo Padre y seguir sus enseñanzas. 

Vamos a decir una palabrita sobre las enseñanzas del Papa.

Nos dejó un documento escrito sobre la alegría de ser santos. Nosotros, todos, tenemos que ser santos. Por eso el lema que eligieron dice la santidad deja huellas, deja marcas”. Deja huellas buenas, marcas buenas.

Cuando nos vamos haciendo santos, vamos perfeccionandonos.

Por ejemplo si yo una vez por semana voy a visitar a mis abuelos o bisabuelos y un día voy con ganas contento, al siguiente también pero voy otro día que no tengo tantas ganas, ¿cómo me siento después de realizar esa acción? Me siento bien. Así con la gracia de Dios si hacemos obras buenas, nos vamos haciendo santos.

Pero sí al revés, un día miento y no me descubren. Entonces me tiento y mañana digo otra mentira y no me descubren, ¿qué pasa después? Me acostumbro a decir mentiras y me convierto en un mentiroso. Y eso me hace mal y me aisla de los demás. Eso deja huellas malas. El pecado, chicos y chicas, deja huellas malas, huellas malas.

Las obras buenas, que nos hacen santos, dejan huellas buenas. Las obras malas, dejan huellas malas.

Fíjense, a un mentiroso nadie le cree. Va dejando huellas malas. Por eso, siempre hay que decir la verdad, siempre. Hay que ir dejando huellas buenas para ser santos. Ser buenas personas. 

Por eso, niños y niñas, tenemos que pedir al Espíritu Santo, ser santos, es decir, que nos de la fuerza para hacer obras buenas, que nos vaya haciendo más perfectos a los ojos de Dios.

La santidad. Hay que pedir todos los días a Jesús: ¡Señor, haceme santo! Santos, no personas perfectas o sin defectos. Si alguna vez fallamos, pedir humildemente perdón a Jesús en la confesión.Sí alguna vez fallamos. Dos veces, diez veces o las veces que sean volver a pedir perdón a Jesús con humildad. Volver a empezar siempre, las veces que sean.

Esto nos lo enseña el Papa Francisco en ese documento que les dije, GAudete et Exultate, donde nos llama a la santidad a todos, a los viejos también. ¡Ser santos!

¿Saben una cosa? Cuanto más bien hacemos, más fácil nos sale después hacer el bien.

Vamos a pedir a Jesús que por intercesión de los Santos apóstoles Pedro y Pablo seamos santos y dejemos huellas buenas en el mundo.

Pidamos también por el Papa Francisco, para que Jesús lo fortalezca, lo ilumine, lo bendiga, lo libre de sus enemigos y lo haga feliz en la tierra. Amén.

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