MENSAJE DE MONS. EDUARDO MARTÍN PARA LA CUARESMA 2018
Queridos hermanos
y hermanas:
Comenzamos un nuevo tiempo de Cuaresma: un tiempo fuerte, un tiempo de conversión, tiempo “que anuncia y realiza la posibilidad de volver al Señor con todo el corazón y con toda la vida” (Mensaje del Papa para la Cuaresma 2018)
¿Por qué lo llamamos cuaresma a este tiempo de conversión? Porque viene del número cuarenta: cuarenta fueron los años que peregrinó Israel en el desierto desde que salió de Egipto hasta que llegó a la Tierra prometida y cuarenta fueron los días en que Jesús, nuestro Señor fue al desierto a ayunar y orar antes de comenzar su tarea evangelizadora, el anuncio del Reino de Dios.
Por eso cada año, la Iglesia nos invita a vivir cuarenta días especiales, cuarenta días distintos en los cuales estamos invitados a la conversión. Esa conversión que significa “metanoia”, es decir, cambio de mente, cambio de “nous”, cambio de mentalidad.
En este sentido, San Pablo nos dice: “No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto” (Rm 12, 1).
Así, estamos llamados a cambiar la mentalidad, renovar nuestro pensamiento, pensar de otro modo, es decir, mirar la vida de una forma distinta, esto es, mirarlo todo con los ojos de Jesús, porque como dice el papa Francisco debemos “aprender a mirar como Él nos mira, compartir su ternura y su misericordia con los enfermos, los presos, los ancianos, y en nuestras familias, dejando que la mirada de Jesús recorra nuestras calles” (Homilía, 21/09/2015).
No dejemos que el mundo nos tape con sus preocupaciones e ilusiones o con propuestas engañosas, que quizás puedan ser atractivas pero no llenan el corazón sino que vayamos a la Palabra de Dios para dejarnos transformar por esa Palabra que “nos guía a un encuentro especialmente intenso con el Señor, con vistas a nuevos y decisivos pasos en el seguimiento de Cristo y en la entrega más plena a él”. (Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma, 2010).
Transformemos nuestra mente y nuestro corazón sobre todo con el “dulce remedio” del ayuno, la caridad y la oración. Estas tres prácticas nos ayudan a purificarnos, a cambiar la mentalidad y a renovarnos interiormente para hacer nueva nuestra vida en Cristo y para celebrar la Pascua de Resurrección porque con ellas “invocamos juntos a Dios, ayunamos juntos y entregamos juntos lo que podamos como ayuda para nuestros hermanos” y así “ nuestro corazón volverá a arder de fe, esperanza y caridad” (Cf. Mensaje del Papa para la Cuaresma, 2018)
¡Este es el tiempo de conversión! Y del cambio de mentalidad que nos llevará como consecuencia a cambiar nuestra conducta, nuestro modo de obrar. Por eso los invito a vivir a esta aventura cuaresmal para experimentar qué grande y qué bueno es el Señor con nosotros (Cf. Sal, 100).
Los bendigo de corazón:
+ Eduardo Eliseo
Arzobispo de Rosario