Te Deum 25 de Mayo: Homilía del Arzobispo
El Arzobispo de Rosario, Mons. Eduardo Eliseo Martín, presidió en la Catedral metropolitana, la acción de gracias por el 208º aniversario de la Revolución de Mayo, acompañado por el Arzobispo de Panamá, Mons. José Domingo Ulloa, el Vicario general Mons. Emilio Cardarelli, el Canciller Pbro. Juan Pablo Masramón y el Pbro. Pablo Birro, formador del Seminario.
Estuvieron presentes autoridades provinciales y municipales como así también miembros de otros cultos de nuestra Ciudad y los abanderados y escoltas de nuestras Escuelas.
A continuación la Homilía del Arzobispo:
“Te Deum laudamus”. A Ti Señor te alabamos y te damos gracias por el don de nuestra Patria. Es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar.
Reconocer lo que es verdad nos hace humildes; y la primera verdad es que todo es don gratuito que viene de Dios: el sol, el aire, la tierra, la propia vida humana. Ninguno de nosotros pidió venir a este mundo, pero ¡qué agradecidos estamos a nuestros padres y a Dios por existir, por poder andar la fascinante aventura de la vida humana!. Hemos sido creados, somos creaturas. Todo lo demás, lo que podemos elaborar con nuestra inteligencia y nuestro trabajo es
respuesta a ese don. Por eso damos gracias al Señor, pues en la raíz de todo está el don, la gratuidad. Hoy damos gracias a Dios por el don de la Patria que Él tan generosamente nos ha prodigado.
Don de amor: Dios ha creado todo por amor, pues Dios es amor, de allí que la realización de la vida sólo se da en el amor. Por eso el mandamiento del amor fraterno que Jesús establece corresponde perfectamente a nuestra naturaleza humana hecha a imagen y semejanza de Dios.
Ponemos ahora la atención en la respuesta a ese don. El amor con amor se paga, en la inclaudicable búsqueda y concreción del bien común que es la forma más alta de amor o caridad. Es un compromiso de todos en su origen y son beneficiarios todos en su destinación última. Y cada uno contribuye en su medida, según el lugar que le ha tocado. No recae la misma responsabilidad sobre la dirigencia en general que aquel que tiene una función más humilde. La hora de nuestro país nos llama a un compromiso responsable en bien de todo el pueblo. De un modo especial a quienes ejercen autoridad, que como tal tienen como misión velar por ese bien común y gestionarlo.
La autoridad está puesta para ayudar a que el conjunto de la sociedad crezca. La palabra tiene su raíz en el latín: “auctoritas” que a su vez viene del verbo “augere” que quiere decir “hacer crecer”. Cumple la función de un padre o madre de familia que busca el bien de todos sus hijos protegiendo a los más débiles para que también crezcan en su medida.
Es una tarea de cuidado, de protección para el crecimiento, no para ahogarlos o sustituirlos, sino para que se desarrollen plenamente. Es obra y servicio de amor. Dice el salmo acerca de la autoridad: “Tendrá compasión del débil y del pobre y salvará la vida de los indigentes”.
Nos preocupa que hoy se ponga en duda el derecho a la vida que es el primer derecho humano. Con mis hermanos Obispos del Litoral quiero expresar “la firme convicción de que cada niño que está viniendo a este mundo merece ser bienvenido, pues todo ser humano es un don, con su dignidad inviolable de ser persona, imagen de Dios.
Propiciamos una cultura de la inclusión, que no descarte a nadie por ninguna razón. Rechazar la vida que empezó su camino es signo de una cultura del descarte y la exclusión que nos deshumaniza, empobrece y contradice el dato duro de la ciencia.
El drama humano de una madre que se ve en el dilema de abortar a su hijo, implica diversos actores, pero nunca un problema humano se puede resolver eliminando a uno de ellos; siempre se debe solucionar procurando salvar a todos.
Comprendemos la situación de muchas mujeres que frente a graves dificultades se ven tentadas de recurrir al aborto como solución. El aborto nunca es gratuito, deja huellas muy profundas, tanto a nivel biológico, psicológico como espiritual. Las animamos, a que con coraje, lleven adelante la vida de su hijo; al verlo nacer seguramente les traerá una gran alegría.
A las madres que hayan optado por el aborto les anunciamos nuevamente que la última palabra sobre la existencia humana es siempre la misericordia.
A los legisladores les animamos a que con inteligencia y sabiduría, respetando la verdad y el bien, busquen aprobar leyes que ayuden a que toda mujer se sienta protegida y acompañada en su embarazo. Así, en las leyes se mostrará que somos una sociedad fraterna, generosa e inclusiva”.
Nos preocupa también la situación por la que atraviesan nuestros hermanos más necesitados. Es bueno recordar lo que nos dice el libro de Job: “Si rehusé a los pobres lo que ellos deseaban y dejé desfallecer los ojos de la viuda; si comí yo solo mi pedazo de pan, sin que el huérfano lo compartiera… ¡Qué mi espalda se desprenda del cuello y mi brazo sea arrancado de su juntura! Y más adelante: “Si deposité mi confianza en el oro y dije al oro fino: tú eres mi
seguridad; si me alegré de tener muchas riquezas y de haber adquirido una enorme fortuna; también eso sería un delito reprobado por los jueces, porque yo habría renegado del Dios de lo lato”.
Es deber de la autoridad tomar medidas prudentes para que los más débiles sean atendidos en sus necesidades, especialmente teniendo en cuenta el gran índice de pobreza que no se logra bajar significativamente y que desde hace varios años no se perfora el límite de la pobreza estructural. El drama de las adicciones que tiene esclavos, especialmente a tantos jóvenes que ni estudian ni trabajan. Y es también hora de no poner la confianza en el dinero en forma desmedida, llegando a idolatrarlo, pues nos trae muchos males, como estamos padeciendo hoy. Decimos, no a la idolatría del dinero, no a la idolatría del mercado. Sí, a una economía donde el centro sea siempre la persona humana con su dignidad.
Pero los problemas no los resuelve uno solo, por ello se necesita un mayor diálogo entre todos los sectores para acordar pasos seguros, ciertos, que nos vayan encaminando hacia un sendero virtuoso de progreso integral.
Diálogo amplio, sincero, veraz con la mirada puesta en el bien del pueblo, dejando intereses sectoriales, partidarios, o electoralistas y pensando solamente en el bien común.
Los negros nubarrones qu se ciernen nos preocupan, pero la esperanza siempre está levantándose cada mañana, la pequeña esperanza que nace de la bondad de Dios que nos la dona, y que es la característica de la juventud: toda ella esperanza. Comenzamos a vivir hoy en nuestra ciudad el 2º encuentro nacional de jóvenes; 15.000 jóvenes de distintas partes del país se han dado cita en nuestra Ciudad: eso nos llena de esperanza, nos colma de alegría y
nos hace bien. El lema elegido es “Con Vos renovamos la historia”.
Ese “Vos” es en primer lugar Jesús, quien entrando en nuestra vida la hace nueva, la vida personal y la de nuestros pueblos. Y Vos es el otro, junto con el otro, junto con los otros renovamos la historia.
Esta es nuestra esperanza y por eso vienen todos estos jóvenes hasta Rosario para proclamar a todos que es posible una historia distinta, más verdadera, más justa, más hermosa. Por eso damos gracias Dios; también agradecemos a las autoridades locales, Provinciales y Nacionales por el apoyo para la concreción del mismo.
Que la Virgen del Rosario, patrona y madre nuestra, nos cobije, ampare y sostenga nuestro caminar con esperanza. Amén