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San Cayetano 2019: Homilía del Arzobispo

Mons. Eduardo Eliseo Martín presidió la procesión desde Parroquia y Santuario Arquidiocesano “San Cayetano” hacia la Plaza Libertad donde se celebró la Santa Misa con motivo de la memoria del Patrono del pan y el trabajo. 

En su homilía dijo:

“Queridos hermanos y hermanas:

Bienvenidos a esta celebración que por gracia de Dios podemos volver a hacer en honor a San Cayetano y de un modo especial este año que nuestro templo cumple 100 años.

Esto me trae a la mente cuántas generaciones de rosarinos y rosarinas han venido hasta este lugar a encomendar sus necesidades y dar gracias.

Este hombre que vivió hace 500 años, sigue intercediendo por nosotros. Ese es el misterio de la Iglesia: la muerte no tiene la última palabra. Por eso seguimos viviendo a él, un amigo de Jesús, por eso lleva al Niño en brazos en su imagen, a implorarle por todas nuestras necesidades.

Esto habla también de la fe del pueblo: pasa el tiempo y cada 07 de agosto el pueblo de Dios se reúne  a cantar la gloria de Dios y celebrar a San Cayetano. Siempre me gusta decir, lo digo varias veces, que necesitamos estar bien enraizados en Dios, para continuar caminando en Dios. Por eso, las cosas que duran son las cosas verdaderas, las cosas auténticas. En cambio lo falso, lo que no es auténtico, muestra la hilacha, se deshace. Puede parecer en principio muy extraordinarias, pero al poco tiempo desaparece. Lo auténtico, perdura. Al venir todos aquí, estamos dando testimonio de esa verdad.

Entre todos los santos, la más santa es la Virgen: “Todas las generaciones me llamarán feliz”. Y a San Cayetano hace 500 años lo proclamamos santo, amigo de Jesús, intercesor y nuestro modelo.

Por eso le pedimos al Señor, por intercesión de San Cayetano, que sigamos siendo fieles. El Papa Francisco les decía a los jóvenes el año pasado, citando a un poeta argentino, Francisco Luis Bernárdez que el árbol lo que tiene de florido, lo tiene por sus raíces.

Por eso miramos a San Cayetano, un hombre enraizado en Dios, que  puedo florecer y dar tantos frutos: frutos de caridad, de solidaridad y de justicia. Siempre unido a Dios. O como decía el Beato Mons. Angelelli: un oido en Dios y un oido en nuestros hermanos.

Porque no podemos vivir una vida auténticamente cristiana solo mirando a Dios. Tenemos que mirar a Dios y a los hermanos. 

Nuestras raíces tienen que estar en Dios, queridos hermanos, para que estemos en solidaridad con nuestros hermanos. Porque el hombre que se olvida de Dios, termina olvidándose de su hermano y el hombre que se olvida de su hermano, termina olvidándose de Dios. Esto nos enseña San Cayetano: un hombre de Dios que deja su fortuna, un estudioso que entrega su vida a Dios y se dedica a hacer el bien al prójimo.

Por eso los santos nos muestran el verdadero camino para nuestra vida personal y para nuestra vida social.

Cuando nuestro corazón está unido a Dios, él inclina nuestro corazón a sus preceptos, a sus mandamientos. Cuando nuestro corazón está lejos, se aleja de los mandamientos.

Por eso, quería señalar tres de los mandamientos. Todos son importantes. Pero hay tres que nosotros necesitamos vivir personalmente y socialmente: no robar, no matar y no mentir. Son tres cosas fundamentales para la vida de una sociedad.

No matar. Porque sí matamos quiere decir que el otro no vale nada, no sirve, es un enemigo al que eliminar. Nosotros tenemos que respetar la vida, un derecho fundamental. Respetar la vida en todas sus circunstancias. Lamentablemente se ciernen sobre el horizontes nubes oscuras. Porque hay una mentalidad que no valora la vida humana, una es en el seno materno. Hemos vivido el año pasado el debate del aborto. También la eutanasia, el final de la vida. Y en cuántas otras etapas de la vida, cuando si bien no se mata físicamente, pero se mata con las injusticias, la falta de trabajo, la falta de equidad, que son un modo de no respetar la vida. Necesitamos volver a Dios para que en nuestra Patria se respete la vida y se conciba en la mente, porque primero se concibe en la mente y después va a la acción, que todo prójimo es sagrado, cualquiera sea su condición, no nacido, niño, anciano, joven, moribundo. La vida es sagrada. Solo Dios es el dueño.

No robar. Esto es fundamental para la vida de la sociedad. Hay muchas formas de robar. Sutiles. Con una decisión que se puede perjudicar a muchas personas. Como cuando se mueve la lengüeta del barco y se cambia de dirección. Esto puede perjudicar a muchos, esos ladrones de guante blanco, que pueden tener mucha chapa pero tienen la conciencia negra. El robo. Sí en nuestra Patria no se robara estaríamos mucho mejor. Se ha dicho esta frase. Necesitamos respetar los bienes de los demás. Es fundamental para la vida de la sociedad. Respetar a los demás.

No mentir. La verdad es necesaria para la confianza de nuestras relaciones interpersonales,  sociales, familiares. No se puede mentir. No se debe mentir. La mentira destruye el tejido de relaciones de las personas y entonces se empieza a vivir en un clima de desconfianza. Y no podemos construir nada sólido ni duradero.

Pero evidentemente sería ilusorio creer que podemos ser respetuosos de la vida, solidarios al no robar y ser constructores positivos si nos apartamos de Dios. 

Por eso pedimos hoy por nuestra Patria para que pueda reinar el respeto por la vida, para que puede reinar el respeto por las personas, que haya solidaridad en nuestra Patria.

En este domingo que hay elecciones, yo no soy quien tiene que decirles a quien votar ni a quien no votar, pero sí decir que el criterio de nuestro voto como católicos siempre tiene que ser la fe: la fe es lo que decide que un esposo y esposa traigan un hijo al mundo, la fe hace que se eduquen a los hijos, la fe es como un cristiano vive su trabajo. Por eso, cuando vamos a poner el voto, que sea la fe la que nos ilumine. Hagamos el juicio con la luz de la fe, qué nos dice Dios, qué nos dicen los mandamientos. Para todas las cosas de la vida el criterio siempre es la fe que ilumina toda la vida, alegría, sufrimiento, la totalidad de la vida.

Pidamos a San Cayetano por el pan, el trabajo, por la justicia en nuestra Patria, porque se respete la vida, la verdad y los bienes, y de ese modo estaremos glorificando a Dios con nuestras vidas y nuestra Patria será hermosa. Que podamos decir en el juicio de las naciones, al fin de los tiempos, que los argentinos hicimos una Patria hermosa, de justicia, solidaridad, de amor entre todos nosotros. Amén.”

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