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APORTES PARA UNA ESPIRITUALIDAD DE LA DEVOCIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE LA CIUDAD Y ARQUIDIÓCESIS DE ROSARIO

Por Emilio Cardarelli*

En estos días hemos leído y escuchado, expuesta con gran competencia, la historia de cómo se gestó nuestra ciudad entorno a la humilde capilla del Pago de los Arroyos (ver https://www.lacapital.com.ar/historia-la-virgen-del-rosario-nuestra-ciudad-n2613376.html); no es nuestra intención volver aquí sobre ella, sino preguntarnos si a partir de la misma Dios no nos ofrece una espiritualidad específica que al encarnarla indique nuestra pertenencia a la misma.

Se trata de buscar si en el ADN originario de nuestra historia no hay características específicas propias de Nuestra Señora del Rosario de Rosario que no son las de otras advocaciones marianas, ni siquiera las de otras advocaciones de Nuestra Señora del Rosario como la de San Nicolás, Paraná, Mendoza, Jujuy, sólo por citar algunas.

Si así fuere, esto nos obligaría en la predicación y en la catequesis a salir “del común de la Virgen María” para ayudarnos como hermanos de esta Iglesia que peregrina en Rosario a que la devoción a Nuestra Señora del Rosario de Rosario brote de una espiritualidad, es decir, de un auténtico camino de santidad sugerido por Ella como lo demuestra la vida de aquellos que acogieron a lo largo de la historia las manifestaciones marianas como el Beato Bendetto Pareto (Nuestra Señora de la Guardia), San Juan Diego (Nuestra Señora de Guadalupe), el Negro Manuel (Nuestra Señora de Luján), Santa Bernardita Soubirous (Nuestra Señora de Lourdes), los pastorcitos de Fátima (Nuestra Señora de Fátima), y otros.

Vamos a proponer tres características que consideramos específicas de Nuestra Señora del Rosario de Rosario; seguramente otros con una mayor penetración orante de nuestra historia podrán encontrar más, y lo haremos sin incluir citas para facilitar la lectura.

1.- La Virgen del Rosario de Rosario suscita con – vivencia

Nuestra Señora del Rosario de Rosario genera a su alrededor, una villa “ilustre y fiel” (como reza la tradicional súplica a Ella, que en nuestra opinión no debiera ser sustituida, sino en todo caso reformada, como lo fue hace ya varias décadas) que hoy es nuestra pujante ciudad, aún con sus dramáticos contrastes, que se honra con su nombre y la reconoce como su Fundadora y Patrona.

Escribimos estas líneas en un momento difícil para la ciudad atravesada por la violencia que genera tanto dolor y tanta muerte, por eso entendemos que debemos destacar que lo que Nuestra Señora genera es un ámbito de convivencia, nos llama a con – vivir, es decir vivir unos con otros.

En las distintas advocaciones marianas notamos que la con – vivencia que suscita Nuestra Señora del Rosario es, ante todo, entorno a su Divino Hijo Jesucristo, Señor de la Iglesia. En efecto, es frecuente que en sus manifestaciones la Virgen solicite que se edifique una iglesia y la razón de ese pedido la encontramos en que la Iglesia es el lugar en el que por la gracia del Bautismo, al renacer por medio del agua y del Espíritu Santo, nos hermanamos a Jesucristo, en ella nos hacemos uno con Él y los hermanos al recibir el Pan de Vida y nos reconciliamos con el Padre y con

los hermanos al recibir la gracia del perdón en el sacramento de la Confesión. Decididamente la Virgen nos quiere hijos y hermanos.

Como cristianos el mayor aporte que podemos hacer a la con – vivencia de los rosarinos, y a ello nos llama Nuestra Patrona jurada, es el anuncio de Jesucristo con dichos y hechos, sin olvidar que en nuestro compromiso con la ciudad terrena se juega el que lleguemos a ser un día ciudadanos del cielo.

2.- La Virgen del Rosario de Rosario suscita el protagonismo laical

Lo expuesto, en relación al pedido de la Virgen de construir una iglesia no es el caso de Rosario, donde Ella suscita un ámbito “laical” de convivencia; es entorno a su capilla que las familias se fueron congregando. Fueron los devotos de Nuestra Señora del Rosario los que formaron una cofradía con su nombre, para brindarse ayuda entre ellos, siendo ésta la primera institución civil de la hoy ciudad.

Encontramos aquí un signo de que Nuestra Patrona llama a los laicos a construir la citada ciudad terrena, comprometiéndose como tales en todos los ámbitos de la vida pública como expresión de su encuentro con Jesucristo y con los valores que podemos compartir con hombres y mujeres de buena voluntad, pero que nosotros, cristianos, asimilamos (o sea hacemos nosotros mismos) en el seguimiento de Jesucristo.

Claro que aquí hay también una llamada para los pastores, ya que los fieles laicos tienen derecho a recibir de ellos formación en la doctrina social de la Iglesia, para hacerlos capaces de estar a la altura de su misión.

3.- La Virgen del Rosario de Rosario suscita pasión educativa

El primer cura párroco, Pbro. Maestro Ambrosio de Alzugaray, creó la primera escuela del Rosario; al enseñar el catecismo necesariamente debió impartir lecciones de lectura y escritura. Será la primera escuela parroquial, “madre” de las tantas que hoy cuenta nuestra Arquidiócesis, sea de nivel inicial, primario, secundario o terciario, muchas de ellas como única opción educativa en los barrios más carecientes de la ciudad.

Nuestra Patrona nos llama a concretar itinerarios educativos, ante todo en la fe, frente al quiebre en la transmisión de la misma que hay en las familias, pero también para que nuestros establecimientos educacionales sean espacios donde se genera la síntesis entre fe y cultura, entre fe y vida.

4.- La Virgen del Rosario de Rosario suscita amor a la Patria

No tenemos dudas de que el entonces coronel Belgrano cuando en 1812 llegó a Rosario habrá participado en la celebración del Santo Sacrificio de la Misa en la iglesia y que habrá orado ante la imagen de Nuestra Señora. Se descuenta que el párroco de entonces, P. Julián Navarro, bendijo la primera Bandera nacional a la que su creador dio los colores de la Inmaculada.

En esta hora de Argentina, herida por los desencuentros y las desigualdades que exigen sacrificios para ser superadas definitivamente, Nuestra Patrona nos llama a unir nuestra fe con el amor a la Patria, tierra de nuestros padres , ya que, como dice el poeta: “amar la patria es el amor primero/y es el postrero amor después de Dios;/y si es crucificado y verdadero,/eso se inscribe al crédito de Dios.

A modo de conclusión: Nuestra pertenencia a esta historia humilde y gloriosa, desde la cual Dios se nos revela, nos urge a vivir una espiritualidad y una devoción que sean respuesta a la gracia de Dios recibida al vincularnos a ella.

En este sentido, entendemos, como lo señalamos, que no podríamos prescindir de un compromiso serio por la convivencia de los rosarinos, por la construcción de ciudadanía, una gran pasión por educar y un sacrificado amor a la Patria.

Asimismo quisiéramos que la presencia deslumbrante de Nuestra Señora, ya plenamente, en cuerpo y alma, ciudadana del cielo, desde nuestra Iglesia Catedral nos recuerde siempre, como nos lo advierte el salmista que si el Señor no edifica la casa en vano trabajan los albañiles; que si el Señor no custodia la ciudad en vano vigila el centinela.

Rosario, 1 de octubre de 2020


*Vicario General del Arzobispado de Rosario

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