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Santa Misa de Noche Buena 2024

El Arzobispo de Rosario, Mons. Eduardo Eliseo Martín, presidió la Santa Misa de Noche Buena en la Iglesia Catedral Metropolitana – Santuario Arquidiocesano de Ntra. Sra. del Rosario.

Concelebraron el Párroco y Vicario episcopal de educación Pbro. Osvaldo Macerola, el Pbro. Carlos Costa y el Pbro. Juan Montedoro.

En su homilía el Arzobispo expresó:

Queridos hermanos y hermanas:

Queridos hermanos y hermanas que nos siguen por la televisión y las redes sociales.

¡Bendita la noche que nos trajo el día. Bendita la noche de Navidad!, dice uno de los hermosos cantos de esta celebración.

La primera lectura de Isaías nos dice: “el pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto la luz”. Cristo nacido en Belén de María Virgen es esa luz que viene a iluminar la mente y el corazón de los hombres, que viene a disipar las tinieblas de los pueblos, de las personas. La gran maravilla. Una gran maravilla.

Porque Dios podría habernos redimido haciendo así con los dedos, porque así creó el mundo: “hágase” y las cosas se hicieron. Pero Dios en su infinita condescendencia con nosotros, para con nosotros, en su inmensa compasión para con nosotros viendo la humanidad a oscuras, como nos dice el mismo apóstol Pablo que antes de la llegada de Cristo la humanidad andaba a tientas a tientas  de Dios nos mira con amor.

Después del pecado original el hombre quedó herido y entonces la inteligencia del hombre no era capaz en su verdad plena sino que captaba aspectos de lo divino pero los deformaba, los asimilaba a cosas creadas, a lo divino y entonces adoraba el sol, adoraba la tierra o adoraba, como dice la escritura, figuras humanas que tienen ojos y no ven que tienen oídos y no oyen que tienen boca y no hablan. Ídolos.

Pero ahora se ha manifestado Dios. Esto es la maravilla porque no es el camino que trazamos nosotros. No es la inventiva nuestra, no es algo que nace de nuestra genialidad sino es el camino que Dios ha trazado: Él ha bajado a la tierra, el cielo ha bajado a la tierra, lo divino se ha unido a lo humano y lo humano a lo divino en la persona de Cristo y ese puente, queridos hermanos, como dice una canción del padre Mayol: “un puente de carne”: la carne es el Verbo que se ha hecho carne. Quiere decir que se ha hecho hombre. Dios no se separa más de la humanidad en Cristo Jesús. Toda la humanidad está unida a Dios, a la naturaleza divina en la persona del Hijo. Esto es maravilloso, es único, es la originalidad del cristianismo, es la originalidad del cristianismo que un Niño es Dios, que un hombre es Dios y que este es Dios hecho hombre sin confundirse, sin mezclarse pero unidos lo humano y lo divino y para nosotros por lo tanto es fuente de luz que ilumina nuestras mentes y da sentido a nuestra existencia. 

Estas tinieblas en las cual vivía la humanidad entera todavía hoy siguen estando nosotros: imaginemos una noche oscura sin ninguna luz eléctrica. Imaginémonos en medio del campo una noche nublada sin lunas y sin estrellas donde la oscuridad es bien densa. Si alguien enciende una vela, esa luz se ve a la distancia, se destaca una pequeña Luz. Entonces, así es la historia de la humanidad: esta la luz entre nosotros ya está, la luz que disipa las tinieblas es Jesús y nosotros los cristianos no somos mejores que nadie, no, a lo mejor somos peores muchas veces porque somos pecadores, pero ya tenemos la luz que es Cristo, esa luz que iluminó la noche de Belén, esa luz que que ilumina a todo el pueblo como le dicen los Ángeles a los pastores: una alegría, una noticia para todo el pueblo.

SÍ, para todos los pueblos ,para todos los pueblos, porque Cristo ha venido a redimir a todos los hombres y se ha hecho hombre para que todos los hombres podamos ser hijos de Dios. Es como un intercambio, un intercambio de lo divino y lo humano y nosotros ahora vamos hacia Dios a través de Cristo, a través de su humanidad, a través de su humanidad vamos al Padre: el mismo Jesús lo dirá cuando los apóstoles le preguntan muéstranos al padre y eso nos basta.

Cristo es como el Sacramento del Padre, el signo visible de Dios Padre que se puede tocar, que se lo puede ver, que caminaba, que se alegraba en las bodas de Caná, que fue un niño que correteó por las calles de Nazareth, que se perdió en el templo… Esta humanidad de Cristo penetrada de lo divino, unido profundamente a lo divino en la persona del Hijo: Cristo verdadero Dios y verdadero hombre. Y esto es lo que estamos celebrando en la Navidad. Misterio que uno cuando se lo pone a reflexionar y a contemplar es insondable, entonces nunca, nunca, nos alcanzan las palabras y lo que uno puede decir podemos decir que es un misterio inefable, es tan grande que apenas podemos balbucear algunas palabras para de algún modo ir preguntando un poquito de este misterio tan grande, pero bien cómo podremos nosotros penetrar en este misterio, cómo podemos nosotros conocer más a Jesús y por lo tanto llegar a Dios padre siempre animados por el Espíritu Santo que reclama de nuestra parte. 

Pues bien, de nuestra parte reclama la sencillez y la humildad los pastores los pastores. Son el símbolo de la actitud cuando reciben el anuncio del Ángel que ha nacido el Mesías y que encontrarán a un niño envuelto en pañales. Los pastores van a adorarlo, los pastores lo reconocen. Los sabios del mundo, los prudentes del mundo, no van a adorarlo. Irán los magos que eran sabios humildes porque estaban buscando la verdad, seguían una estrella, no se creían los dueños de la verdad. Los doctores de la ley, los escribas, los fariseos se creían los entendidos, los que tenían la justa y no fueron, Y los poderosos, políticos tampoco porque tenían miedo que este Rey mesías los destronara, Herodes.

Van los humildes y sencillos y esto me recuerda las palabras de Jesús cuando dice:Padre Señor del cielo y de la tierra, te alabo porque has revelado estas cosas a los sencillos y a los humildes y se las has ocultado a los sabios y a los prudentes del mundo. Por eso tenemos que pedir siempre, queridos hermanos, la pobreza de espíritu, las sencillez del corazón para poder penetrar en el ser de Dios que es lo primero que necesitamos. La peor ignorancia es no conocer a Dios 

Después de conocerlo, amarlo porque nadie puede amar lo que no conoce.

Entonces miramos esta noche a los pastores que van a contemplar este misterio que ciertamente sobrepasa toda inteligencia, pero que cuanto más humildes y sencillos, más podemos ir descubriendo su maravilla. Y cuánto bien encierra para nuestro destino. Podemos decir que encierra el bien, no un bien sino, el bien de nuestra salvación. Si Cristo está entonces hay esperanza, si Dios ha nacido, él está entre nosotros y podemos caminar con esperanza y podemos caminar con alegría por eso el Ángel les dice les anuncio una gran alegría, una gran alegría para todo el pueblo.

Ahora bien yo quisiera dar una una vueltita de rosca a la reflexión: en qué medida nos pone alegres la Navidad, en qué medida y bueno yo creo que la medida de la alegría está en proporción con la medida de nuestra necesidad, con la medida de nuestra sed, con la medida de nuestro hambre de Dios.

Cuanto más hambre y sed tengo hoy, voy a disfrutar más grandemente de esta noticia cuanto menos hambre tenga y menos deseo tengo, menos voy a disfrutar. ¿Cuándo uno disfruta una bebida fresca? Cuando uno tiene mucha sed. Cuando tiene mucha sed. ¿Cúando uno disfruta una comida? Cuando tiene mucha hambre. Si tiene poca hambre no le va a resultar mucho, si tiene o si ya tomó otras cosas o comió otras cosas que no eran las buenas, cuando venga la comida verdadera y la bebida verdadera no la va a poder disfrutar. Es decir que por eso la pregunta que nos podemos hacer en esta navidad: ¿en qué medida yo experimento que necesito ser salvado?

Cuando hubo en Chile un derrumbe en una mina quedaron allí muchos mineros encerrados más de 40 días y los fueron rescatando. Cuando estos hombres salían de esa cueva se encontraban con sus esposas, con sus hijos y  era una alegría desbordante, era una alegría inmensa que tenía porque justamente la necesitaban como nadie, necesitaban ser salvados. Salvados de su vida física aquí.

Pero lo que digo es que se trata de ser salvados para la eternidad. Entonces por eso, pidamos también esta gracia porque todos somos necesitados, todos somos pobres, todos somos necesitados de la salvación.

Cuando rezamos el breviario decimos: Ven en mi auxilio, date prisa en socorrerme. Ojalá que todos experimentemos en esta noche y en los días del año y de la vida esta necesidad.

Porque no tendría sentido la vida sin la necesidad de Dios y no valdría la pena haber nacido sino está Dios.

Ha nacido el Salvador, ha venido y estamos llenos de alegría porque ha venido la salvación al mundo, ha venido la luz para dar sentido a la existencia y volviendo esto de la humildad, miren: los otros días lo pasaban en la televisión a un sacerdote lo explicaba, no se si ustedes han tenido la gracia de viajar a Tierra Santa, está la Basílica de la Natividad donde está allí la cueva de Belén con una estrella y donde los peregrinos vamos a tocar, allí tomar gracia. Pero la puerta es chiquita la pusieron para que no entraran no sé si eran unos sarracenos o qué en un tiempo que entraban con sus caballos a destruir y entonces para que no entraran con los caballos taparon casi toda la puerta y dejaron una puerta chiquitita para la cual uno se tiene que agachar, uno se tiene que hacer humilde para entrar en Belén. También hoy que se llene nuestro corazón de un sentimiento profundo de humildad para poder valorar el inmenso amor, la inmensa misericordia que Dios nos tiene y que todo esto, si de verdad acontece en nuestra vida, si esta gracia que es fuente de salvación entra hoy en nuestros corazones, se manifiesta en que los frutos que manifiestan la verdad de la vida, la gracia, nos dice el apóstol Pablo, que se nos ha dado para rechazar la impiedad, los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad y justicia, con piedad mientras aguardamos la feliz manifestación plena de nuestro Señor, que estos frutos podamos experimentarlos en este tiempo viviendo en el fondo esa caridad con nuestros hermanos. Amén

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