Acción de gracias por la PATRIA – Colecta de Cáritas 2020: Homilía del Arzobispo
Mons. Eduardo Martín presidió este 25 de mayo, la Santa Misa en la Capilla de la Sede del Arzobispado de Rosario para dar gracias a Dios por la Patria y comenzar el lanzamiento de la Colecta Anual de Cáritas 2020.
Estuvo acompañado por el Pbro. Fabián Monte, Vicepresidente de Cáritas arquidiocesana y por el Pbro. Gonzalo Cabral, quien entonó el canto del Te Deum que Mons. Martín introdujo con estas palabras:
“En 1810, la Primera Junta de Gobierno después de haber jurado, se acercaba a la Iglesia Catedral de Buenos Aires y encargaba el canto de un Te Deum en acción de gracias.
Hoy siguiendo aquel gesto, que se realiza en toda la Argentina, recurrimos a esta oración, para dar gracias y pedir intensamente la luz de Dios, “fuente de toda razón y justicia”.
En su homilía el Arzobispo destacó:
“Queridos hermanos y hermanas que nos siguen por las redes sociales:
El 25 de mayo de este año nos encuentra en un contexto único, en un contexto impensado, en un contexto no programado, ni imaginado, en un contexto de pandemia. En un contexto donde un virus ha atacado y esto tiene dimensión universal. Por primera vez en la historia, toda la humanidad está viviendo al unísono la misma realidad. Por lo tanto las consecuencias de esta enfermedad, de muertes, de angustias, de problemas laborales, problemas educativos, problemas sociales, consecuencias no previstas, están afectando la vida de toda la población, en especial de los sectores más vulnerables.
Para nosotros, los cristianos, no nos deja cabizbajos o sin hacer nada. Nos llama a tomar conciencia de la realidad humana, que es vulnerable. Nosotros somos seres frágiles. Creo yo que habíamos confiado, habíamos puesto la seguridad de la vida en la tecnociencia, como denuncia el Papa Francisco, es decir, que el gobierno de la técnica pudiera resolver el problema humano, y vemos que no. Esto nos abre la posibilidad de mirar para arriba, de mirar al Cielo, de volver al amor de Dios que se ha manifestado en Cristo Jesús.
Mirar al Cielo. Rezar. Cuántas veces nos hemos olvidado de rezar. De pensar que con nuestras propias fuerzas, creyéndonos autosuficientes, dejamos de mendigar la gracia de Dios. Y nos damos cuenta de que en la vida todo pasa, todo es frágil y por lo tanto sí tenemos asentada nuestra vida sobre cosas que pasan, nuestra vida se derrumba, la vida personal, la vida familiar, la vida social y la vida de la Patria.
Por eso creo, que la primera enseñanza que nos deja esa pandemia y que hoy, en el día de la Patria, tenemos que reflexionar, es la necesidad de volver a Dios, necesidad de redescubrir el valor de la oración, de la espiritualidad.
No bastan las soluciones económicas, no bastan las soluciones técnicas, no bastan las soluciones sanitarias. El drama humano, el drama del corazón humano, que desea ser inmensamente feliz, se resuelve en una instancia que está más allá de estas cosas. Como hicieron los constituyentes, que cuando hicieron la Constitución Nacional, invocaron a Dios, fuente de toda razón y justicia.
Entonces decir ¿Sobre qué edificamos la vida de nuestra Nación? ¿Sobre nuestro propio esfuerzo solamente? o ¿Sobre Dios? Si edificamos sobre Dios, podrán venir tormentas, podrán venir dificultades, pero no nos derrumbamos.
La segunda enseñanza es cómo esto ha despertado en muchos un espíritu de solidaridad, de gratuidad y de hacer el bien al prójimo. Capacidad de entrega y sacrificio. ¡Cuántos voluntarios que en estos meses están ofreciendo su vida, su tiempo en favor del prójimo! Es decir, la pandemia despierta la capacidad del bien, la capacidad del amor. Estos son los héroes anónimos que se sacrifican y entregan en un servicio humilde y generoso. Por eso, nuestra gratitud a quienes ofrecen su tiempo con amor. Son los verdaderos protagonistas de la historia y de nuestra Patria.
En este sentido, hoy queremos promover, la Colecta anual de Cáritas, porque todos podemos hacer el bien. Todos podemos ofrecer o nuestro dinero, o nuestro tiempo, o nuestros talentos, los dones que Dios nos dio.
Preparémonos para ofrecer en esta colecta lo que tengamos, que este año será muy distinta ya que en los templos no habrá afluencia de gente. Entonces a través de las cuentas bancarias, cada familia y cada persona puede hacer su donación sabiendo que Cáritas está ayudando a muchas familias, a muchas personas.
Lo importante es que la ofrenda sea hecha con alegría, con espíritu libre. No importa la cantidad sino la actitud de entrega generosa.
La obra de Cáritas es inmensa: en nuestra Arquidiócesis tenemos más de 120 Cáritas parroquiales, que atienden en este momento a más de 27000 familias que reciben ayudas alimentarias, centros de asistencia que asisten con viandas, 14 comedores donde se ayuda con comida. Proyectos de ayuda social, contención, las emprendedoras. Es la caridad de toda la Iglesia que recoge los dones de todos los fieles para que se cumpla el mandamiento del amor y de este modo ir construyendo la Patria. Porque la Patria se construye con el bien.
Este tiempo de pandemia es una ocasión favorable para fomentar la caridad. Todo lo que podamos compartir Dios nos lo devolverá con creces. Dios es inmensamente generoso, lo podemos ver en nuestras vidas. La limosna, decían los Padres de la Iglesia, tapa nuestros pecados. NEcesitamos purificarnos. El mejor modo de purificarnos y hacer penitencia es la caridad. Los invito a que todos nos comprometamos con esta colecta en un momento donde las necesidades materiales van a ir creciendo porque vemos que el horizonte que se avecina no es el mejor.
También, creo que el testimonio de muchos, servidores, voluntarios, que están en la primera línea, tiene que ser como un paradigma, un modelo para que todos podamos ejercer este mismo espíritu de gratuidad y entrega en las cosas cotidianas de la vida. Esto que yo llamo la solidaridad sustancial. ¿En qué consiste? Pues consiste en hacer lo que es justo. Ser justo es dar a cada uno lo que corresponde. Sí yo soy sacerdote debo preparar mis predicaciones, rezar por el pueblo de Dios, guiar al pueblo de Dios. Debo hacer lo que debo hacer. Entonces ayudo al conjunto de la población. Sí soy educador, preparar con amor mis clases, etc. Lo que cada uno hace, hacerlo con amor. Contribuir al bien común. Cuando cumplo con mi deber, cada uno, gobernantes, trabajadores, padres, madres, los que toman decisiones, los banqueros. Cada uno tiene un lugar en la sociedad y un deber que cumplir que es desde la solidaridad.
Nadie puede salvarse solo. Nos salvamos en conjunto. Somos interdependientes. Es el tiempo de la grandeza de espíritu. No es el tiempo de la mesquindad, no es el tiempo de especulación política, no es el tiempo de querer sacar réditos particulares. Es el tiempo de crecer como sociedad. Este dolor y sufrimiento tiene un potencial muy grande para crecer.
Pedimos a la Virgen del Rosario para que todos podamos colaborar en este tiempo con la Colecta de Cáritas y para que interceda por nuestra Patria, para que la justicia, la prudencia, la solidaridad y el amor prevalezcan sobre el egoísmo, el individualismo, la mezquindad y así este tiempo sea ocasión de un tiempo nuevo para todos. Amén”.