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FIESTA DE SAN JOSÉ OBRERO 2022

Mons. Emilio Cardarelli, Vicario General, presidió las Fiestas Patronales de la Parroquia San José Obrero de la ciudad de Rosario. A continuación, compartimos la homilía que pronunció:

Aquí no ha pasado nada

A pesar de estar celebrando la Pascua semanal, en un día de fiesta para esta Parroquia y para el barrio La Florida, el comienzo del Evangelio de hoy, describe uno de los momentos más tristes del cristianismo: Pedro sabe que Jesús ha resucitado, fue el que más presente estuvo en las apariciones del Resucitado sin embargo, su corazón todavía está encerrado en la tumba; interiormente él permaneció en ese patio en el que lo negó.

Jesús está vivo es cierto, pero no para él. Pedro no ha sido capaz de perdonarse a sí mismo vuelve a la pesca; la última vez, hace tres años, a orillas del lago, mientras echaba las redes con su hermano Andrés habían sido llamados por el Señor a ser pescadores de hombres.

Volver a la pesca es como decir: fin de la aventura, se terminó el paréntesis místico, es hora de volver a la dura realidad; los otros apóstoles le hacen el aguante a Pedro con la esperanza de animarlo.

¡Cómo se parece Pedro a nosotros que quizá después del entusiasmo de un retiro, de un cursillo, de un seminario de vida o de un momento de oración pensamos que es tiempo de volver a la realidad.

Es inútil la pesca fue infructuosa como si el profundo dolor de Pedro alejara hasta a los peces.

Pero Jesús, como sucede a menudo, espera a Pedro, como lo hace con nosotros, al final de la noche.

Jesús siempre nos espera al final de nuestras noches, de todas nuestras noches, aún de las más oscuras.

El clima es pesado, parece que mientras arreglan las redes Pedro y sus compañeros ni siquiera respiraran; un silencio sólo roto por aquél que se acerca a preguntar cómo fue la pesca. Nadie quiere hablar permanecen con la espalda encorvada, con la cabeza hacia abajo, con corazón árido y sangrante.

Pero este inoportuno insiste: ¡la persona equivocada en el momento equivocado!

“Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán”. Todos se detienen. Andrés mira a Juan que ve a Tomás, que observa a Pedro.

¿Perdón? ¿Qué dijiste? ¿Qué cosa?

Nadie respira, se adentran en el lago, echan las redes desde el lado más débil y algo pasa.

Nadie se atreve a hablar. Pero saben. Ellos lo saben.

Es Él, el Señor.

El silencio ahora está lleno de una presencia.

Jesús se comporta de forma natural, bromea, ríe, come con ellos.

Jesús y Pedro

A continuación, el Señor va por todo y lleva aparte a Pedro.

La última vez que se habían visto había sido el Sanedrín.

“¿Me amas, más que éstos, Simón?”

“¿Cómo puedo amarte, Maestro, ¿cómo me atrevo a decírtelo, como hago?” Pedro piensa.

“Te quiero”, respondió Simón.

“¿Me amas, Simón?”

“¡Basta, basta! ¡Señor, sabes que no soy capaz, basta!”, piensa Pedro y responde “Te quiero”.

“¿Me quieres, Simón?”

Pedro está ahora en silencio. Él se agita una vez más. Es Jesús quien baja las exigencias, es Él que se adapta a nuestras necesidades. Pedro tiene un nudo en la garganta. Jesús no se preocupa por la fragilidad de Pedro, ni por su traición, no le importa si no está a la altura, no le importan sus límites.

Jesús le pide a Pedro que lo ame como pueda.

“¿Qué te puedo decir, Maestro? Lo sabes todo, tú me conoces, sabes cuánto Te quiero”

Sonríe, ahora, el Señor.

Pedro experimentó la Pascua, está listo: ayudará a los hermanos pobres como él, ahora después, de haber aceptado su pobreza, será un buen Papa y desde la Iglesia servirá para que avance el Reino de Dios.

Sonríe el Señor y le dice:

“Sígueme” como le dijo tres años antes.

Una vida marcada por la Pascua es una vida no centrada en uno mismo, en la búsqueda de sus propios intereses sino en el Señor. Una vida que busca el Reino de Dios porque sabe que todo lo demás viene por añadidura.

Los lemas de nuestra novena y de nuestra fiesta

Justamente el lema de la fiesta patronal de este año es José, corazón de Padre y servidor del Reino.

Si bien como nos enseña la Iglesia el progreso material y el Reino de Dios no se identifican, se implican: “una mejor ordenación de la humana sociedad interesa mucho al bien del Reino de Dios (cfr. Gaudium et Spes 39).

Contemplando a San José, modelos de los obreros, como dice el lema de hoy, pienso  en los que tienen responsabilidades en relación al mundo del trabajo; especialmente en quienes se dedican a la noble tarea de la política. ¡A ellos les toca un gran servicio al Reino de Dios! ¡A ellos les toca “hacerse cargo” de la situación, como San José se hizo cargo de su Esposa, Santa María Virgen y de Jesús.

Como lo decíamos días pasados en el Concejo Municipal, en el marco de un merecido homenaje a nuestro difunto Arzobispo emérito, Mons. Eduardo Mirás, quien tantas veces celebró aquí la Santa Misa en este día junto al también difunto P. Rogelio Barufaldi, desde hace años se consolida en Argentina el fenómeno de los trabajadores pobres: muchos trabajadores ocupados ganan salarios por debajo de la canasta familiar ubicándose así en niveles de pobreza, además, el ingreso promedio para los trabajadores informales es un porcentaje notoriamente menor que el de los formales que son pobres. Asimismo, la actualización de los haberes jubilatorios viene llevando a la jubilación mínima hacia un ingreso cuasi asistencial. Se suma a lo anterior el hecho de que son los trabajadores los que más padecen la suba de precios que pulveriza salarios y demás ingresos.

Obviamente que los paliativos pueden ayudar en la emergencia, pero desde la política se necesita que se creen las condiciones objetivas para generar fuentes de trabajo y recuperar el valor real de los salarios y de las jubilaciones. 

Agreguemos que, en nuestra ciudad, sumida en la violencia, son muchos los trabajadores que no saben si al final de su jornada regresarán vivos a sus hogares para abrazar a sus seres queridos.

Súplica a San José Obrero

San José Obrero: regala a quienes tienen responsabilidades en la vida social un corazón capaz de hacerse cargo, desde el lugar que la Providencia los ha colocado, de las necesidades del pueblo dejando de lado insultos, chicanas, discusiones estériles y presentaciones judiciales para que podamos vivir todos en justicia y en paz hasta que el Reino de Dios se complete con la definitiva manifestación de Jesús al final de los tiempos; que para ello interceda también tu Esposa la Virgen Santa María a quien celebraremos el próximo domingo y que desde Luján nos dice; Argentina, canta y camina. Amén

Mons. Emilio Cardarelli

Vicario General

Arzobispado de Rosario

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