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Fiesta de San José Obrero: Homilía

Mons. Emilio Cardarelli, Vicario General del Arzobispado de Rosario, presidió la Santa Misa en la memoria de San José Obrero, Día del Trabajador, en la Parroquia homónima del Decanato Norte.

A continuación compartimos la homilía:

Ante todo quiero hacer llegar al Cura Párroco, P. Fabián Monte, a los sacerdotes concelebrantes de este Santo Sacrificio de la Misa, a los dirigentes políticos, sindicales, de movimientos populares, a la comunidad parroquial, a la comunidad escolar y a los vecinos de este barrio La Florida el saludo cordial, afectuoso, la bendición paternal de nuestro Arzobispo, Mons. Eduardo Martín, quien  estando en Roma para la visita periódica que los Obispos del mundo hacen al Santo Padre, de este modo quiere hacerse presente entre nosotros y compartir el gozo propio de este día de fiesta patronal.

 Sentido de nuestra fiesta

Como saben, la Iglesia nos regaló la memoria de san José como modelo de trabajador el 1º de mayo del año 1955. San José, con su laboriosidad, proveyó la subsistencia de María y de Jesús e inició al Hijo de Dios en el trabajo de los hombres. Esta memoria, es una manera de celebrar el valor humano y sobrenatural del trabajo que siempre es colaboración con la obra de Dios creador como escuchamos en la primera lectura de hoy (Gen.1, 26-2,3)y es clara manifestación de la cercanía de la Iglesia con el mundo obrero, ya que Jesús, su fundador, fue conocido como el “hijo del carpintero”, como lo llaman sus vecinos de Nazareth (cfr. Mt. 13,54-58)

Por eso hoy ante todo nos dirigimos a Dios rogando por todos los trabajadores incluyendo a los que tienen empleos no registrados, a los que viven de las cada vez más escasas changas, a los desocupados, a los jubilados, con las palabras que nos brinda la oración de San Juan XXIII: “San José, guardián de Jesús y casto esposo de María, Tú empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber, Tú mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos. Protege bondadosamente a los que recurren confiadamente a ti”. (https://es.aleteia.org/2019/04/30/oracion-de-san-juan-xxiii-a-san-jose-obrero-para-pedir-proteccion-en-el-trabajo/)

Además nos dirigimos a los trabajadores para felicitarlos en su día pero con una felicitación que significa, como antes dijimos: cercanía, invitación a que en sus relaciones laborales cumplan con sus deberes, reclamen sus derechos teniendo en cuenta que ellos y todos los que están involucrados en el mundo del trabajo son personas humanas, con un común llamado a la gloria del cielo y que el diálogo sincero y honesto, basado en hechos, debe ser siempre la primera instancia.

2.- Paro: fracaso del diálogo

En estos días de paro sentimos que la huelga siempre señala un fracaso en este diálogo con un costo enorme para el país; y recordamos como criterio de discernimiento que en cuanto a su legitimidad el catecismo de la Iglesia Católica enseña que la huelga sólo es legítima cuando constituye “un recurso inevitable”, o cuando es “necesaria” para obtener un “beneficio proporcionado”, y que es moralmente inaceptable cuando se lleva a cabo “en función de objetivos no directamente vinculados con las condiciones del trabajo” (2435).  

Asimismo no podemos no señalar que lamentablemente, este recurso a veces va acompañado de la violación del derecho a circular libremente impidiendo a otros desarrollar sus actividades cotidianas, lo que añade más crispación en nuestra sociedad.

La Iglesia, desde su propio ser  siempre va a acompañar las legítimas reivindicaciones de los trabajadores en el marco del bien común de la sociedad entera, sin identificarse con movimientos o ideologías o subordinándose a otros intereses y espera esta misma actitud de los dirigentes sindicales para que no se conviertan al decir de San Juan Pablo II “en un instrumento de presión para realizar otras finalidades” ( Laborem exercens 20; Compendio 307).

3.- Un único Evangelio

Este acompañamiento de la Iglesia a los trabajadores se da  desde la íntima convicción de que el trabajo es esencial a la vida y a la dignidad humana; por eso es el mismo Cristo, su misma enseñanza la que mueve a la Iglesia a proclamar el Evangelio de la vida y el Evangelio del trabajo.

Cuando la Iglesia defiende los derechos de los trabajadores muchas veces se la ve como fiel a su misión, cuando defiende la vida amenazada generalmente se la desprecia y se la pretende silenciar: es que hay una sensibilidad social que con frecuencia se circunscribe a determinados focos de atención mediática, ignorando otros dramas humanos que son ocultados; acaso porque no se consideran políticamente correctos, como es el caso del “descarte” de los “no nacidos” a través del aborto. Ésta es  una involución social que nos retrotrae a la ley del más fuerte, que lamentablemente también prima muchas veces en las relaciones laborales.

No olvidemos que la altura ética de una sociedad se mide por la forma en la que son tratados sus miembros más débiles.

4.- Desocupación e injusticia social

El 1 de mayo de 1979, San Oscar Romero recordaba recientes palabras del Papa San Pablo VI  “La distancia entre la Iglesia y la fábrica se está estrechando y el humo del incienso se está mezclando con el humo de las industrias” (http://servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/790501.htm)

Hoy en nuestra Patria el humo del incienso debe elevarse como súplica a Dios ante la disminución del humo de las industrias, que usan el 60% de su capacidad instalada, y su consecuencia: la desocupación.

Cómo no recordar hoy las palabras del Papa Francisco que en su encuentro con los trabajadores de las acerías de Terni, explica así el drama de la desocupación:

“Es la consecuencia de un sistema económico que ya no es capaz de crear trabajo, porque ha puesto en el centro un ídolo, ¡que se llama dinero! Por tanto, los diversos sujetos políticos, sociales y económicos son llamados a favorecer un planteamiento diverso, basado en la justicia y la solidaridad. Esta palabra, en este momento, corre el riesgo de estar excluida del diccionario. Solidaridad: ¡parece como una palabrota! ¡No! Es importante la solidaridad, pero este sistema no la quiere, prefiere excluirla”. (Discurso a los trabajadores de las Acerías de Terni, marzo 2014  

En este orden, en nuestra Patria, en las últimas décadas, ninguna fuerza política fue capaz de superar la pobreza estructural que visibiliza una sociedad injusta; hacerlo exigirá la cultura del encuentro que nos propone Su Santidad el Papa para avanzar hacia políticas de Estado que supondrán el sacrificio de todos, con la convicción de que este sacrificio colectivo no puede el mismo no puede ser el marco para el enriquecimiento fácil de algunos que en vez de crear fuentes de trabajo ponen a “trabajar” la plata.

Súplica

Quiera Dios que, por la intercesión de San José Obrero, cada uno de los que estamos aquí tomemos conciencia de que algo nos toca aportar en esta hora crítica para el bien común de nuestra Patria y de que a través de este suelo bendito que la esposa siempre humilde de José, María Santísima ampara desde Luján, hemos de llegar a la Patria del cielo. Amen 

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