HOMILIA MONS. EDUARDO MARTÍN SANTA MISA ETERNO DESCANSO DEL PAPA FRANCISCO LUNES 21 ABRIL IGLESIA CATEDRAL DE ROSARIO:

HOMILIA MONS. EDUARDO MARTÍN SANTA MISA ETERNO DESCANSO DEL PAPA FRANCISCO LUNES 21 ABRIL IGLESIA CATEDRAL DE ROSARIO:
Queridos fieles todos, saludo cordialmente al señor Intendente que nos acompaña también en esta Eucaristía, y demás autoridades que se han hecho presentes. Pascua, paso de la muerte a la vida. Qué designio tan misterioso pero tan significativo que el Señor ha querido que el Papa Francisco haga su Pascua en el día, en este gran día que son estos ocho días que celebramos la gran Pascua, la muerte y la resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Decimos en el prefacio de la Misa de los Difuntos que si bien la certeza de la muerte nos entristece, nos consuela la esperanza de la feliz resurrección. Y es esta la luz que ilumina nuestra existencia, es esta la luz que ilumina la existencia del mundo entero. Porque si todo terminara con la muerte y la muerte fuera la última palabra de la historia, la última palabra de la vida de cada ser humano, la vida sería un absurdo.
Vale la pena amar, vale la pena trabajar, vale la pena sufrir, vale la pena esforzarse por la justicia, por la paz, vale la pena intentar cada día construir una familia en el amor, en la unidad, en la fidelidad, vale la pena trabajar por los más necesitados, por el bien común, vale la pena todo esfuerzo y sacrificio por la justicia y la paz porque todo esfuerzo humano, todo desvelo humano, todo amor que se ha sembrado en el camino de la vida no quedará sin recompensa.
El Papa Francisco su vida entera nos muestra justamente así un discípulo del Señor que lo sirvió a Él y sirvió a la Iglesia y como Pontífice sirvió a toda la humanidad trascendiendo las fronteras de la misma Iglesia y de la misma fe católica. Por eso, junto con la tristeza de su muerte, también nos embarga esta esperanza como él mismo nos invitó a que todo este año, año santo, año jubilar, viviéramos como peregrinos de esperanza y el Papa ha llegado a la meta y su desaparición física no es una desaparición en el espíritu, en la Comunión de los Santos él está tan presente y más presente todavía porque ahora su oración, su intercesión por nosotros y por todo el mundo sigue siendo y todavía con más poder y con más eficacia.
Aunque no lo veamos, pero es así, su presencia está en esta gran Comunión de los Santos que formamos la Iglesia completa. Realmente estos días, este día mejor dicho, recordaba cuando fue nombrado Papa. Yo estaba visitando una parroquia en un pueblo y ahí alrededor de las dos de la tarde sale anunciada la gran sorpresa de un Papa argentino y el sacerdote de la parroquia fue a tocar las campanas de gloria y una feligresa, era tiempo de cuaresma, el tiempo penitencial y me dice, Padre, Pentecostés en cuaresma, es decir, una irrupción del Espíritu, que un hombre venido del sur, del fin del mundo, un hombre de las periferias del mundo, no del centro del mundo, era puesto por los cardenales, ciertamente inspirados por el Espíritu Santo, en el centro del mundo, en Roma, para que desde allí, con esa experiencia de las iglesias de América Latina y de la iglesia argentina, un argentino estuviera allí siendo el Vicario de Cristo, el pastor universal, y eso realmente fue un hecho que muestra una iglesia que es capaz de salir aún de largas tradiciones, como la que venían siempre, que los Papas eran europeos desde hacía siglos, que ahora entonces un hombre del sur, del fin del mundo, estuviera allí y con ese acento porteño y con ese acento argentino, estuviera allí, porque cuando nosotros predicamos, cuando nosotros comunicamos el Evangelio, siempre lo comunicamos pasando a través de nuestra propia humanidad, de la historia de nuestra familia, de la historia de nuestro pueblo, de las costumbres y de modos de vivir y los modos culturales, expresamos la fe.
Y así fue como, de algún modo, el Papa Francisco llevó la fe con ese acento argentino a todo el mundo. Así que fue una gran gracia, ¿no? Y podemos decir, mirándolo desde el punto de vista meramente natural, que es el hombre de la Argentina más importante que la Argentina ha dado y que seguramente quizás por muchísimos años dará. Y por eso, en ese sentido, hemos sido privilegiados, privilegiados de tener un Papa argentino.
Pero yo quisiera ahondar un poquito en esa figura de pastor, en esa figura de un hombre sencillo que tenía como virtud esa cercanía con la gente y que nos invitaba a todos nosotros a ser pastores con olor a oveja, es decir, pastores que estuvieran metidos con la gente. Nos invitó a la iglesia a ser una iglesia en salida, en salida misionera, no a quedarnos adentro de las sacristías o de los templos, sino a salir e ir a las periferias. Y a él le gustaba decir dos clases de periferias.
Las periferias geográficas, es decir, llevar el Evangelio hasta los confines, hasta los confines del barrio, hasta los confines de la ciudad, hasta los confines del país, hasta los confines del mundo. Y las periferias existenciales, es decir, aquellas personas que están cerca nuestro pero que están lejos del Señor o que todavía no lo conocen y nos invitaba a nosotros a ser testigos del Evangelio. El Papa Francisco, otra nota que siempre caracterizó su vida y también los nombres de sus documentos fue la alegría.
El Papa nos invitaba siempre a la alegría, como hoy el Señor le dice a las mujeres, alégrense, alégrense. Sí, la vida del cristiano si no es alegre no puede convencer a nadie de que Jesús ha resucitado. Y entonces el primer documento que el Papa emitió fue Evangelii Gaudium, el gozo del Evangelio, el gozo, la alegría de llevar el Evangelio.
Después cuando se dedicó a un documento a la familia lo llamó Amoris Laetitia, es decir, la Laetitia, la alegría del amor. Y cuando nos invitaba a la santidad usando una expresión también de la Escritura, Gaudete et exsultate, gocen y exulten. Siempre invitándonos a esa actitud fundamental de vida que hemos de tener los cristianos como nota característica de nuestra existencia.
El Papa también ha sido el gran defensor de los pobres, de los marginados, de los migrantes, de los que sufren toda clase de injusticias. En este sentido también ha sido una de sus notas que lo ha hecho sobre todo con gestos, también con palabras, pero con gestos, gestos como el primero que realizó. ¿Dónde fue la primera salida que el Papa hizo? A Lampedusa, a aquella isla de Italia donde llegan esos cientos y miles de africanos embarcadas en condiciones inhumanas.
Allí quiso estar el Papa para mostrarnos, para indicarnos en dónde tenemos que poner nuestra atención y cómo tenemos que tener en cuenta siempre aquellos que son los últimos, aquellos que son los más postergados. El Papa también se preocupó por el cuidado de la creación. También sacó un hermoso documento, Laudato Sí, donde él quería unir dos gritos, el grito de la tierra y el grito de los pobres, porque el descuido de la naturaleza también traía el descuido de los pobres, porque los pobres son los que más padecen las situaciones del cambio climático y de todo este cambio que está ocurriendo en la tierra.
Entonces, el Papa iba haciendo como punta siempre en muchos temas, animando a los gobiernos, animando a los países a tomar cartas en el asunto en estos temas. Y otro gran, que fue un gran año también, el Papa nos invitó a un año de la misericordia. Y justamente dice que tiene que ser la viga maestra de la Iglesia, la misericordia, que esta es la palabra que expresa la entraña más profunda de Dios.
Sean misericordiosos, nos decía Jesús, como el Padre es misericordioso. Si nosotros recibimos la misericordia de Dios, tenemos que ser misericordiosos entre nosotros. Y esto el Papa lo soñaba, lo soñaba que todo en la Iglesia sea siempre gestos de misericordia imitando a Dios.
Y como la necesitamos, esa misericordia y ese perdón, aún también en nuestra sociedad. Por eso hoy cuando escuchaba al arzobispo de Buenos Aires, que decía cuál es el mejor homenaje que nosotros podemos hacer al Papa Francisco, pues reconciliarnos, tenernos piedad entre nosotros, tenernos misericordia entre nosotros los argentinos, reconciliarnos y estar unidos. Ese será el mejor homenaje de los hijos a un padre, para los creyentes, el Papa un padre, pero también que ha abrazado a toda la humanidad.
Por eso damos gracias profundamente al Señor por estos años del Ministerio del Papa Francisco. Y lo encomendamos a la Santísima Virgen. Fíjense que el Papa, que también detalle, normalmente los Papas cuando mueren son sepultados en la Basílica de San Pedro.
El Papa pidió ser sepultado en Santa María la Mayor, es decir, en la Iglesia de la Virgen, porque él ha sido gran devoto. Y ahora que salió su testamento, que justamente es breve y hace alusión a su devoción a la Virgen. Por eso encomendamos su alma a la tierna protección e intercesión de la Santísima Virgen María para que Dios le dé el premio, la recompensa de haber sido un buen pastor fiel que entregó su vida al Señor, que entregó su vida a la Iglesia y que entregó su vida a la humanidad.
Amén.