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MISA EN LA JORNADA NACIONAL DEL ENFERMO

20161112_200808El Arzobispo de Rosario, Mons. Eduardo Martí­n, presidió la Santa Misa en las Ví­speras de la Jornada Nacional del Enfermo en la Capilla “San José de la Caridad” del Hospital Provincial de la ciudad de Rosario. La misma fue concelebrada por el Pbro. Jorge Nardi, Delegado episcopal para la Pastoral de la Salud.

En su Homilí­a y refiriéndose a las lecturas del Domingo 33º Durante el Año Mons. Eduardo Martí­n que en estos últimos domingos “la iglesia nos presenta las cosas últimas poniendo a nuestra consideración el tema del juicio, el tema del fin del mundo. La expectativa de los primeros cristianos era inminente pero las palabras del Evangelio nos hacen entender con claridad que el fin no llegará tan pronto aunque ciertamente vivamos los últimos tiempos de la historia. Esa historia que está partida en dos por la venida de Jesús.

Por eso, el clamor, el anhelo de cada uno de nosotros es uno solo y lo decimos en cada Misa: VEN, SEÑOR JESíšS. Nosotros, la Iglesia, somos la esposa, y por eso esperamos ver cara a cara a Cristo.

Podemos preguntarnos ¿cuánto durarán estos últimos tiempos? Ya van 2000 años y podrán durar 10000 más 100000 más 1000000 más o vendrá mañana. Eso no nos ha de preocupar, porque si estamos arraigados en la fe y ciertos del amor de Dios en nuestras vidas estando a su servicio no hay nada que temer. Puede aparecer alguien diciendo “soy yo”, que siempre aparece”¦ y Jesús nos dice “no lo sigan”. Cuando escuchamos hablar de guerras y catástrofes: “No se alarmen”.

Se puede venir el mundo abajo pero si estamos firmes en Cristo no hay nada que temer. Por eso es importante que nos preguntemos en quién tenemos puesta la seguridad de nuestra vida.

Nosotros vivimos en un mundo inseguro: ciertamente nos da miedo humano la violencia, los asaltos, los robos que padecemos en nuestra ciudad y en tantos lugares. Pero nosotros tenemos que ir siempre al fondo: ¿en quién tenemos puesta la esperanza de nuestra salvación? ¿En quién tenemos puesta nuestra seguridad? Por eso el Señor nos dice que no nos alarmemos. Jesús nos invita a la serenidad incluso en las persecuciones, que suceden y sucedieron en toda la historia de la Iglesia.

La Iglesia siempre es perseguida. Hace poco acá en Rosario tuvimos el ejemplo, nos insultaron, nos  decí­an “˜la única iglesia que ilumina es la que arde, o también oh juremos la iglesia incendiar”™. Esto no nos tiene que asustar. Esto nos tiene que llevar a perseverar y ser constantes en la fe porque el Señor cuida de nosotros”.

Más adelante y refiriéndose a la Jornada de los Enfermos decí­a que “una circunstancia que es condición de la existencia humana son la enfermedad y la muerte. Es condición ineludible. No se puede escapar aunque mejore la medicina o se prolongue la vida sobre la tierra. Para nosotros esto no es trágico porque tenemos la esperanza de la resurrección de la carne y la vida eterna.

La enfermedad, el dolor fí­sico, el dolor psí­quico y el sufrimiento a la luz de Cristo tiene un valor y tiene un sentido porque ´Cristo asumió el sufrimiento y el dolor dándole un valor redentor. Por eso el sufrimiento, que no lo buscamos porque queremos estar bien,  se transforma en Cristo. Porque Jesús nos viene a dar la salud eterna.

El punto último de porqué Jesús se compadece de los enfermos es porque í‰l tiene el poder de liberar de la esclavitud más honda que es el pecado y la muerte eterna.

Ofrezcamos el sufrimiento y los dolores a Jesús para encontrar en ellos un instrumento de redención y un aporte a la salvación del mundo.20161112_200724

Por eso, colaboremos con Cristo ayudando a los enfermos, rogando por su salud y también visitándolos. Esto está al alcance de nuestra mano: siempre tenemos alguien en nuestro entorno que está sufriendo y espera de nosotros  esa mano tendida, esa visita, esa escucha, ese abrazo, esa ayuda de ir a comprarle algo, de higienizarlo, de ayudarlo en las cosas concretas.

En eso consistirá el juicio: estuve enfermo y me visitaste. Sigamos practicando las obras de misericordia. No porque se cierra el Año de la misericordia dejemos de hacerlo”.

Finalizando la homilí­a agradeció a quienes trabajan en la pastoral de la salud: ministros extraordinarios de la comunión, personal sanitario y a todos los que se dedican de un modo especí­fico a visitan, ayudar y asistir a los enfermos.

Por último y antes de dar la bendición bendijo los distintivos que serán impuestos en las promesas y oficializaciones de la Acción Católica Argentina.

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