NUESTRA DOLOROSA REALIDAD
Ante el presente de violencia que atravesamos en el país y en consonancia con las palabras de nuestro Arzobispo en su Carta de Cuaresma 2020, no podemos dejar de hacer resonar nuestro más firme ¡SI A LA VIDA!
Es pública y notoria la escalada de muertes y agravios. Abrazamos y acompañamos a cada víctima.
Asimismo dejamos en claro que cuando hablamos de violencia no nos referimos sólo a inseguridad, narcotráfico, femicidios y conflictos interpersonales.
También aludimos a muchas otras calamidades igualmente corrosivas de la dignidad humana: desocupación; pérdida del poder adquisitivo de jubilaciones, salarios e ingresos de trabajadores informales; pobreza; hambre y desnutrición; deficiencias educativas; destrato a los ancianos; abuso y abandono de la niñez; aborto que no solo no se busca evitar sino que se pretende legalizar; adicciones; difusión de enfermedades evitables; discriminación; corrupción burda o de “ guante blanco”; degradación ambiental; manipulación mediática de las conciencias y tantos otros síntomas que muestran que nuestra sociedad está enferma.
La causa de su enfermedad es que se asienta sobre “estructuras de pecado” propias de un sistema centrado en el lucro y la ambición materialista.
Estas estructuras no surgen por azar: brotan de nuestros corazones que ceden al mal. Por eso somos responsables de lo que pasa.
Hay diferentes grados de responsabilidad. No es igual la responsabilidad de los poderosos que la de los débiles; la de los ricos que la de los pobres; la de los ciudadanos “de a pié” que la de las autoridades.
Convocamos a todos a asumir su parte. Especialmente interpelamos a los poderes del estado nacional, provincial y municipal para que legisladores y funcionarios del ejecutivo diseñen e implementen políticas públicas pertinentes y eficientes y para que los jueces impartan la justicia tan largamente reclamada.
Lo hacemos en vísperas de este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, en que desde Luján diremos “SI A LAS MUJERES, SI A LA VIDA” para que el primero y fundamental derecho humano sea reconocido, respetado y garantizado por el estado en todas las etapas y situaciones de la existencia desde la concepción hasta la muerte natural.
En tal sentido expresamos nuestro rechazo al proyecto de legalización de la “Interrupción Voluntaria del Embarazo” eufemismo que evita la palabra ABORTO con el cual Argentina ofrenda a los poderes internacionales del dinero la vida de los concebidos no nacidos para servir a sus intereses.
Como miembros de la Iglesia que es MUJER porque es MADRE y MAESTRA, asumiendo nuestras culpas y errores, llamamos a cada argentino a encontrarnos y ser Pueblo que promueva a todos sin descartar a nadie optando preferencialmente por los pobres que son quienes más sufren.
Rogamos a María, Madre del Pueblo, para que su ternura nos proteja e ilumine particularmente a la dirigencia política, social y económica de manera que podamos cambiar el rumbo de este tiempo.
Rosario, 2 de marzo de 2020