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PEREGRINACIÓN ROSARIO – SAN LORENZO 2023

Mons. Eduardo Martín presidió la Santa Misa en el Campo de la Gloria de la localidad de San Lorenzo como culminación de la tradicional peregrinación Rosario – San Lorenzo, que este año, en la número 46, tuvo como lema: “Tu presencia, nuestra paz”.

Esta peregrinación que tiene como punto inicial la Iglesia Catedral Ntra. Sra. del Rosario, se realiza para pedir especialmente por las vocaciones sacerdotales, religiosas y consagradas y por el Seminario Arquidiocesano.

En su homilía expresó:

Queridos chicos y chicas que han venido peregrinando y aquellos que no son tan jóvenes, con espíritu joven:

¡Gracias por el testimonio de fe, de corazón! El pueblo de Dios se manifiesta, sale a la calle, peregrinando rumbo a la Casa del Padre. Cuarenta y seis años que se viene peregrinando. Yo siempre digo que las cosas verdaderas de las cosas falsas, hay un signo que las determina, es la duración. Las cosas auténticas son las que duran, las que permanecen, las que no duran son las “truchas”. Una cosa que no tiene sustancia, que no tiene solidez no dura, como un castillo de arena, con un poquito de agua, se deshace. Es un singo de una verdad, de una fidelidad, de una proclamación constante de la fe.

En este día de la Trinidad, me venía hoy a la mente, qué les podía decir. Recordar, volver a pasar por el corazón que nuestro destino es Dios. De él venimos y hacia Él vamos, para conocerlo, amarlo y servirlo. Puede haber un hombre muy docto, que haya estudiado en las universidades más prestigiosas, pero si no conoce a Dios, es el más ignorante de todos. Puede ser el barrendero, que a lo mejor, no cumplió su escuela primaria, pero tiene un corazón simple y sencillo, ese hombre es sabio, no es ignorante. Podrá ignorar muchas cosas, que son medio, pero no el fin. El Papa Francisco dice que esta es una civilización rica en medios pero pobre en fines. Tenemos teléfonos, aviones, vehículos, electrodomésticos, una cantidad de medios. Pero cuál es el sentido último de todo. Conocer a Dios. Amar a Dios.

Pero el conocimiento de Dios está cerrado a los soberbios. Dios se revela a los humildes. Los tesoros del reino de Dios se revelan a los humildes y sencillos. La soberbia, el creerse todopoderosos nos encierra al misterio de Dios. Santo Tomás de Aquino empezaba diciendo que conocer a Dios sería para pocos, para muy inteligentes, para entendidos, pero el conocimiento del Dios vivo y verdadero depende nuestra felicidad, nuestra eternidad. Entonces Dios, en su amor, envió a su Hijo, entregó a su Hijo para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Para que ese conocimiento de Dios fuer fácil, fuera sencillo. Para que viendo a Jesús, conociéramos a Dios. “El que me ve a m, ve al Padre”. Y nos envía el Espíritu Santo, el amor de Dios. Esto es lo primero. Conocemos a Dios por la fe, por un regalo, un don.

En la primera carta de Juan, dice “Dios es amor”. San Agustín dice: el Padre es el amante, Jesús el amado y el Espíritu Santo el amor. Dios nos hace partícipes de esa vida. Dios al crearnos nos hace a su imagen y semejanza. Y si somos hechos a su imagen y semejanza no puede haber otro camino que el amor. Amando. Ama, si quieres ser feliz. No hay otro camino más que el amor. Amar a Dios y al prójimo. El más allá se da más acá amando.

Un mundo más humano. Es nuestra gran tarea. Viviendo en la tierra, viviendo en el amor, sobre todo amando a los que más sufren y hacer que todos conozcan el amor de Dios. Todos estamos llamado a Dios. Él no nos crea para algo chiquito, nos crea para algo grande, nos hace partícipes de su amor. Dios es generoso.

Queridos jóvenes y no tan jóvenes, sigamos este camino, nuestra vocación es el amor. El mal acecha siempre. Hay hay oscuridad,: violencia, muertes, inseguridad, amenazas, inflación, robos, muchos males. Estamos rodeados de nubarrones. Nosotros encendemos una luz. Estamos afirmados en Cristo. Somos ese pueblo que camina en medio de la oscuridad sembrando la esperanza y el amor. No nos dejemos robar la esperanza. No nos desanimemos. Dios está con nosotros y su Santísima Madre que la que nos acompaña hace 250 años que ha sido testigo del caminar de Rosario y toda la Arquidiócesis.

Tengamos la certeza de que estamos para Dios. Todo lo que hagamos: trabajo, estudio, noviazgo, amor, participación en la ciudad, todo, todo es para Dios. Sigamos caminando, juntos como Iglesia, amando, conociendo cada día más a Dios para poder servirlo y amarlo y contemplarlo en el Cielo. Amén.

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