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Santa Misa por la Vida: Homilía del Arzobispo

Mons. Eduardo Eliseo Martín presidió en el día de los Santos Inocentes la Santa Misa por la VIDA en el marco de la Jornada de Ayuno y oración convocada por la Conferencia Episcopal Argentina que tuvo como intención principal “implorar por el respeto y el cuidado de la vida por nacer”.

La Santa Misa se realizó en el Camping del Sindicato de Recolectores en la ciudad de Rosario. Entre otros sacerdotes del clero rosarino concelebraron Mons. Emilio Cardarelli, Vicario General y Asesor de la Pastoral Social, Pbro. Osvaldo Macerola, Párroco de la Iglesia Catedral y Vicario episcopal de Educación.

A continuación, la homilía del Arzobispo:

Queridos hermanos.

EL Apóstol Juan nos recuerda algo muy esencial: “Dios es luz y en él no hay tinieblas” Si estamos en Dios estamos en la luz, que nos permite discernir entre el bien y el mal, entre la verdad y el error, entre lo que es justo e injusto. Nuestros antepasados que hicieron la Constitución nacional invocaron en el Preámbulo de la Constitución a “Dios como fuente de toda razón y justicia”. Palabras que quedarán grabadas para siempre.

Vivimos en nuestra patria horas dramáticas porque está en debate la vida humana, la vida de los inocentes, la vida de los más frágiles.

Uno de los acontecimientos más maravillosos de la vida es el nacimiento de una criatura, de una niña o de un niño. Cuando llega a una familia un nuevo integrante, todo gira en torno al recién nacido. Los ojos de todos se llenan de asombro, se repite el milagro de la vida, milagro que acontece miles de veces cada día, millones cada año, y nunca dejamos de asombrarnos.

Esta vida que viene, que está en el seno de la madre, esta vida recién nacida es frágil; la criatura recién nacida es lo más desvalido que pueda haber. Para crecer y vivir necesitará por varios años de sus padres; sola, morirá irremediablemente. La vida humana es frágil, y también continuamente amenazada. Amenazada por el hambre, las injusticas, las enfermedades, la violencia. Hoy está amenazada la vida que viene en camino, los argentinos que están en el vientre de sus madres.

Hay hoy en la argentina una fuerte voluntad política que está haciendo todo lo posible para establecer el aborto como derecho. Una voluntad política que olvida a Dios como fuente de razón y justica, una voluntad política que ofrece el oro y el moro para conseguir su fin, una voluntad política a espaldas de la tradición, siempre proclamada del partido de gobierno, de inscribirse en el humanismo cristiano, una voluntad política que se arrodilla a los dictados de los poderosos económicos de este mundo. Una voluntad política que en los hechos quiere hacer un país para menos, un país con más excluidos y más descartados. Una voluntad política que pretende hacer una sociedad no inclusiva, del descarte y mandar al fondo de la historia a tantos que están viniendo y tienen derecho a ver la luz del sol, a disfrutar de la existencia como nosotros, porque como dicen algunos carteles, los que están a favor del aborto ya nacieron. Aquí hay que aplicar la regla de oro: “hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes” Me regalaron la vida de la cual hoy disfruto, ¿porqué no quererla para los demás? ¿por qué hay hoy una dirigencia política que no quiere para los demás lo que sus padres han procurado para ellos?

Una voluntad política que tiene una febril obsesión por instaurar el aborto en la Argentina, como si tuviera algo que ver con los padecimientos, los temores y las preocupaciones de la mayor parte de los argentinos. Otra cosa sería defender los derechos humanos d ellos débiles de tal manera que no se los neguemos aunque no hayan nacido” (CEA. Comisión permanente 21 dic 2020).

Citábamos al principio al Apóstol S, Juan de que Dios es la luz. Pareciera que hay quienes no están en Dios, en la luz, que separados de la fuente de la razón y la justicia, que es Dios, la hayan perdido, en particular frente a la vida de una argentina o argentino que viene en camino.

El papa Francisco nos recuerda que la política es la forma más alta de caridad, pues busca el bien común. Pero si la política no se aplica al bien común y basándose en lo que es una mayoría circunstancial legisla en favor de la muerte de los inocentes, considerándolo un derecho, la política se degrada y corrompe. En el orden natural, la política es lo más noble, lo más elevado, pero como dice el dicho latino: la corrupción  de lo mejor, es lo peor.

Pereciera, que la política, en nuestro país, con el total apoyo de las autoridades del gobierno se apresta a emular a Herodes.

Jesús fue un perseguido político por parte del rey Herodes, que como temía que el niño nacido en Belén y que iba a ser el rey de los judíos lo podía destronar, se propuso matarlo; como el niño huyó a Egipto llevado por sus padres, Herodes mandó matar a los recién nacidos de Belén.

Hoy, el gobierno, propicia a través de la Legislatura no la orden de matar como hizo Herodes, pero sí, la “autorización a matar a los inocentes, a los más débiles, a los más indefensos, a los que no tienen voz, que no pueden gritar cuando los están matando. Hoy gran parte de la política en la argentina pareciera quiere emular a Herodes.

En caso que se diera esta presunta ley (lo que nos es justo nunca es verdadera ley) sería un muy triste capítulo para la historia Argentina y para un gobierno que quiere ofrecer a la sociedad, como carta de triunfo, en el tiempo de la Navidad, semejante regalo, cuando en realidad, este tiempo nos lleva a pensar “en la dignidad de cada vida, nos recuerda cuánto vale un ser humano. El Papa Francisco quiso insistirnos en este punto en su última encíclica, de modo que la pandemia no nos deje iguales, sino que nos vuelva más apasionados para defender toda vida: la vida de un anciano, de un discapacitado, de un enfermo, de un niño por nacer” (CEA, 21 dic 2020). “Es un tiempo para ponernos al hombro las penas de los demás…luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales” (CEA dic 2020).

Siempre digo que conozco mujeres que se han arrepentido de realizar un aborto, pero nuca de haber tenido un hijo. Quiero pedir por todas esas mujeres que se han arrepentido, y que les digo que confíen en la misericordia del Señor que nunca se cansa de perdonar y pido por todas las madres “coraje” que en circunstancias difíciles se han atrevido a traer la vida al mundo. No es criminalizando a la mujer que se resuelve el drama del aborto, tampoco lo es eliminando al niño por nacer. Siempre el camino es abrazar la vida como viene y apostar por las dos vidas.

Confiamos en el poder de la oración, que los legisladores, que tiene tremenda responsabilidad en esta hora, como dijo el presidente de la CEA Mons. Ojea, se tomen un momento, a la luz de Dios y de su conciencia para decidir conforme a la verdad, a la justicia, al bien.

Rogamos al Niño Dios, nacido en Belén de María Virgen para nuestra salvación, nos conceda la gracia e ilumine a los legisladores para que triunfe la vida en nuestra querida argentina. Amén


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