“NO DEJEMOS QUE NOS ROBEN LA ESPERANZA”
Rosario, 30 de diciembre de 2020
Queridos fieles, hermanas y hermanos en Cristo:
Hoy es un día de tristeza para nuestra argentina. Una exigua y circunstancial mayoría parlamentaria ha dado licencia para matar a los inocentes en el vientre materno promulgando la ley del aborto. Hoy ha vencido una política Herodiana que autoriza a deshacerse de los más débiles e indefensos. No es ningún orgullo para la Nación, es mentira que a partir de hoy somos una sociedad mejor. Nunca puede ser mejor una sociedad que permite el asesinato de los inocentes.
“Atribulados, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados” (cf. 2Cor 4,8). Nuestra fe es en Cristo Jesús, vencedor del pecado y de la muerte; sabemos que el amor siempre vence, aunque por momentos pareciera que retrocede. Cristo, por amor, murió en la cruz, y allí es el vencedor de todo mal.
No hemos luchado en vano, todo el sacrificio de tantos hermanas y hermanos nuestros no caerá en saco roto. La historia continúa y no ha concluido, el triunfo definitivo será el triunfo del amor y de la vida, por eso no tenemos que dejar que nos roben la Esperanza.
Todo lo hecho por amor de Dios dará su fruto. Quiero agradecer a todos los que, con honestidad y valentía, en distintos ambientes de la sociedad han sostenido y sostienen que vale toda vida. De un modo especial a los legisladores que venciendo presiones de todo tipo han expresado con valentía la defensa de las dos vidas. Quiero felicitar y agradecer a los que, en este tiempo, y como respuesta al drama de la mujer embarazada en riesgo han iniciado obras de caridad para ayudarles a tener dignamente sus hijos.
Quiero volver a proponerles lo que les decía en mi mensaje del año 2018 cuando se había aprobado la media sanción de la ley de aborto; lo hago porque creo que expresa la tarea fundamental que, como cristianos, estamos llamados a realizar
Esta ley, si bien nos entristece, no nos quita la esperanza, y nos impulsa a un renovado empeño misionero lleno de apasionamiento, anunciando la alegría del Evangelio, ofreciendo a cada persona que nos encontremos por el camino el tesoro de Cristo, único capaz de saciar el hambre y la sed del corazón humano.
Esta ley nos lleva también a un empeño educativo, sobre todo con los jóvenes, y a trabajar con más creatividad y compromiso por nuestros hermanos más desprotegidos, especialmente la mujer que se encuentra frente a la tentación del aborto.
Este tiempo nos tiene que caracterizar por la alegría y la gratitud que nacen y desbordan del encuentro con el Señor, por el ímpetu misionero y por la ardiente caridad; todos ellos signos de la vida nueva que nos ha traído Cristo.
Que María Sma. Del Rosario, bajo cuyo amparo nos acogemos, custodie nuestras vidas y la de los más frágiles. Con cordial afecto en Cristo Jesús
Mons. Eduardo Martín
Arzobispo de Rosario