Lo Último

                                                      Rosario, 15 de marzo de 2024

Queridos hermanos y hermanas:

                                                            Estando ya cerca de la Pascua, y viendo los dolorosos momentos que se están viviendo en la ciudad de Rosario queremos llegar hasta ustedes a través de estas líneas, para manifestarles nuestra cercanía de pastores, con el profundo deseo de que todos podamos vivir estos acontecimientos desde la mirada de la fe.

                                                           Lo primero que decimos es que esta violencia asesina y cruel no es de Dios, es contraria a la voluntad de Dios, a su designio de amor sobre todos y cada uno de sus hijos. Por eso la repudiamos y consideramos fruto de “la miserabilidad de unos pocos y la complicidad de otros.”[1]

                                                            Dios, en su misterio de amor, nos invita a la conversión y a la purificación frente al mal que nos aqueja. Siempre Dios permite circunstancias diversas, no deseadas, pero siempre las permite para que crezcamos en la fe, para que despertemos a un amor a Él y al prójimo por encima de cualquier condición del mismo. Nos invita el Señor a solidarizarnos con las familias de las víctimas y a estar más unidos entre nosotros para responder siempre con el bien al mal, como nos dice la Sagrada Escritura: “No te dejes vencer por el mal. Por el contrario, vence el mal haciendo el bien”.[2]

                                                           Vivimos tiempos de tribulación, frente a ellos la Escritura nos dice: “sean pacientes”[3]; la paciencia es la señal de la fortaleza que nos viene del Espíritu Santo, esa paciencia que todo lo alcanza.  Y también nos invita a ser “constantes en la oración”. En estos días difíciles se ha manifestado la oración de toda la Iglesia por los rosarinos, cadenas de oración, rezos del santo Rosario en toda la región litoral, tantísimos que nos han manifestado su solidaridad a través de la oración. Perseveremos en ella y hagámoslo por intercesión de la Sma. Virgen que es “la omnipotencia suplicante”[4].

                                              Finalmente queremos decirles con palabras del papa Francisco “No se dejen robar la esperanza”[5]. Creemos firmemente que Jesús a vencido ha la muerte con su Resurrección, y que la última palabra de la historia es la Misericordia y la Vida.

                                            Con cordial afecto en Jesús y María

Mons. Eduardo Martín, Arzobispo

Mons. Ernesto Fernández, Obispo Auxiliar


[1] CEA, carta a los Rosarinos. Bs. As. 13 de marzo de 2024

[2] Romanos 12,21

[3] Romanos12,12

[4] S. Juan Pablo II: Rosarium Virginis Mariae” 16:  El Rosario es a la vez meditación y súplica. La plegaria insistente a la Madre de Dios se apoya en la confianza de que su materna intercesión lo puede todo ante el corazón del Hijo. Ella es «omnipotente por gracia», como, con audaz expresión que debe entenderse bien, dijo en su Súplica a la Virgen el Beato Bartolomé Longo”.

[5] FRANCISCO: viaje Apostólico a Colombia; 6.9.2017

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