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INVOCACIÓN RELIGIOSA: 09 DE JULIO 2024

El Vicario General del Arzobispado de Rosario, Mons. Emilio Cardarelli, participó del acto cívico en conmemoración a un nuevo aniversario de la Declaración de la Independencia nacional en el Parque de la Independencia, junto al mástil mayor del mismo. En dicho acto, pronunció la siguiente alocución religiosa:

“Estimadas autoridades civiles y militares, miembros del cuerpo diplomático, ministros de diversos cultos, alumnos de escuelas de nuestra ciudad, ex combatientes de Malvinas…

Hoy sentimos que es necesario recordar las palabras de Nicolás Avellaneda, en referencia a los congresistas de Tucumán: quienes se emanciparon de su rey, tomaron “todas las precauciones para no emanciparse de Dios y de su culto”, ellos sabían que estas emancipaciones abrían la puerta a nuevos sometimientos tanto en lo económico como en lo cultural.

A lo largo de nuestra historia vemos que unos mientras afirman defender nuestra soberanía económica imponen leyes contrarias a nuestra cultura y a nuestros valores atentando contra la vida y la familia; y vemos a otros que afirman defender nuestra cultura y sus valores mientras nos someten al “imperialismo internacional del dinero” (cfr. Pío XI Q.A.)  y así llegamos al presente necesitados de reafirmar nuestra dependencia de Dios y por eso oramos.

En el nombre del Padre….
Dios y Padre nuestro: quisiéramos que en este 9 de julio resuenen en nuestros corazones las palabras esperanzadoras del profeta Ezequiel pronunciadas en tiempos particularmente duros para su pueblo, sólo comparables a aquellos en que vivió siendo esclavo en Egipto
Ez. 36, 26-28
Les daré un corazón nuevo y pondré dentro de ustedes un espíritu nuevo. Quitaré de su carne ese corazón de piedra y les daré un corazón de carne.
27.Pondré dentro de ustedes mi Espíritu y haré que caminen según mis mandamientos, que observen mis leyes y que las pongan en práctica.
28.Vivirán en el país que di a sus padres, ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios.

Padre nuestro danos la gracia de abrirnos a la esperanza que viene de Ti, confiar en que es posible una Patria de hermanos, sin agravios entre los que piensan distinto, sin exclusiones, sin violencia y para eso te pedimos que crees en nosotros un corazón nuevo.
Queremos inspirarnos para elevarte nuestra oración en las palabras que hace pocos días, pronunció el sucesor de Pedro en Trieste (Italia) durante su reciente visita pastoral https://www.vatican.va/content/francesco/it/speeches/2024/july/documents/20240707-trieste.html

Necesitamos, Padre nuestro en la vida social sanar corazones, un corazón sanado, y, para cooperar con tu obra y expresar nuestra esperanza, te pedimos que nos ayudes a ejercitar la creatividad.

Mirando a nuestro alrededor, vemos muchos signos de la acción del Espíritu Santo en la vida de las familias y comunidades. Incluso en los campos de la economía, la ideología, la política y la sociedad. Pensamos en quienes han hecho espacio dentro de una actividad económica a las personas con discapacidad; en los trabajadores que han renunciado a un derecho propio para impedir el despido de otros; en comunidades de energías renovables que promueven la ecología integral, cuidando también a las familias en pobreza energética; en quienes favorecen la natalidad, el trabajo, la escuela, los servicios educativos, las viviendas accesibles, la movilidad para todos, la integración de los inmigrantes.

Sabemos Dios y Padre nuestro, que todas estas cosas no caben en una política sin
participación. El corazón de la política es la participación. Y estas son las cosas que hace la participación, un ocuparse de todo; no cuidar algo en particular, sino ocuparse de todo, secundando la acción de tu Santo Espíritu.
Danos el vivir el amor político, que no se contenta con tratar los efectos sino que intenta abordar las causas.

Necesitamos de esa forma de caridad que permite a la política estar a la altura de sus responsabilidades y alejarse de las polarizaciones, esas polarizaciones que empobrecen y no ayudan a comprender y afrontar los desafíos.

Que fiel a la misión que recibió de tu Hijo Jesucristo y al rol que tantos hijos suyos sacerdotes y religiosos tuvieron en la declaración de la Independencia, tu Iglesia se comprometa con el bien común y se involucre en la esperanza, porque sin ella se administra el presente, pero no se puede construir el futuro. Sin esperanza seremos administradores, equilibristas del presente y no profetas y constructores del futuro.

Todo esto te lo pedimos bajo el amparo maternal de Nuestra Señora del Rosario, madre de la esperanza, por ser Madre de Jesucristo, Señor de la historia. Amén

Mons. Emilio Cardarelli – Vicario General

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